He escuchado tanto hablar sobre la importancia de vivir en el presente a distintos maestros y personajes del mundo espiritual que me embarque en experimentarlo con más conciencia y atención en estos días. Todo me llevó en esta dirección cuando me tocó ser niñera de mi sobrino de 3 años. Mamá y yo nos haríamos cargo de él por 24 horas. Las dos estábamos muy emocionadas así que nos dispusimos para llegar rápido a recogerlo. En el camino al almuerzo, luego de haberlo recogido, mi madre empezó a decirme cosas sobre cuánto le gustaría poder disfrutar al pequeño como pensando en el futuro y, como yo estaba enfocada en el tema del presente, me di cuenta todo lo que perdemos en el ahora por estar merodeando en el pensamiento. Solo le dije: «mami, no piense en el futuro, mire el ahora pues él está aquí con nosotras este instante y lo que estamos experimentando es de este momento así que olvidemos las posibilidades del futuro y creemos la experiencia ahora.» Bueno, no le dije tan elaborado como lo que acabo de escribir pero el mensaje tenía esa intención. Y así sucedió. Nos dedicamos completamente a cada momento sin saber el que vendría luego y lo disfrutamos enormemente. Con los niños de esta edad no se puede vivir ni en el pasado ni en el futuro pues están tan fuertemente en el ahora que no dan oportunidad para otra cosa. Nos maquillaron de batman, jugamos a E.T., Cars, fútbol, guerra de almohadas y peluches, vimos al menos 4 veces la película «Brave», y yo caí en la noche antes que él porque parecía que había corrido una maratón. Qué lección más hermosa de vivir en el presente que me dejó este niño. Al siguiente día la energía fue otra y seguimos compartiendo los momentos de acuerdo con el ánimo de cada momento. En la tarde, luego de haberlo dejado con su mamá, regresé a casa de mis padres y con las justas alcance al almuerzo. Caí rendida toda la tarde. Luego, al despertarme me dio la vuelta en el pensamiento que debía ir a mi casa pues mis perros no habían comido pero sucedió algo que, generalmente, me sucede sino que ahora que le presté más atención tuvo mucho más importancia. Le pregunté a mi corazón qué deseaba hacer y lo que percibí es que quería quedarse más tiempo en casa de mis padres así que lo hice y cuando volví a sentir que era el momento para irme, me fui. Es importante entender que el corazón no habla, realmente, con palabras sino que se comunica a través de la energía que uno debe interpretar. Si la interpretación de la sensación es la correcta, hay un clic entre pensamiento y sensación y uno sabe que ha escuchado correctamente y la sensación es satisfactoria, caso contrario se presenta una desazón, confusión, incertidumbre, ansiedad y tantos otros síntomas de desconexión entre el mensaje del corazón y el de la razón.
Lo que noté de estos pequeños momentos es que vivir en el presente con el 100% de la atención es mucho más satisfactorio porque los momentos se magnifican. Generalmente, nuestra atención está dividida entre las 10 mil cosas que tenemos que hacer o que hicimos pero estar en el presente es de las cosas que más cuesta. No es que no lo aprendimos sino que lo olvidamos debido al condicionamiento social que, conforme vamos creciendo, el apabullante sistema nos va sacando de nuestro centro y nos enseña a desconfiar de nosotros mismos. Por eso la meditación es tan importante pues nos ayuda a re-entrenar una mente desenfrenada y, con el tiempo, logramos aprender a estar más presentes en el momento.
Estos días he sostenido la atención en la manera tan fácil en la que nos distraemos del presente, la manera en que la mente se aloca con tantas cosas y la manera de regresar al momento. Puedo decir que ha resultado muy difícil estar 100% presente en todo. Es más, el 90% del tiempo no estoy totalmente presente, la atención está repartida en diferentes cosas en diferentes porcentajes. Cada que regreso con toda la atención al momento presente ha pasado algo mágico. Lo interesante de estar en el momento presente es que el pensamiento no tiene protagonismo, se mueve algo diferente. Por ejemplo, al dejar entrar a mis perros a la sala, al inicio fue como siempre, se me lanzaron encima hasta que reciban su dosis de atención y amor. Luego, mi perra Nieve, encontró un momento solo entre las dos. Me propuse estar totalmente con ella ese momento. Mientras acariciaba su nariz y su cabeza vi la perfección de su creación, recorrí con mi mirada cada línea de su rostro, disfrute de sus colores y solo estaba la contemplación y el contacto. No analizaba nada, no interpretaba nada, solo observaba, disfrutaba, daba y recibía con total atención. Ese momento pasó rápido en el tiempo marcado por el reloj, pero mientras duró fue intenso y no hubo tiempo. Me pregunto cómo sería vivir así todo el día. Cuánta carga no sería llevada encima si estuviéramos en cada momento. Sé que muchas personas dirán que viven intensamente cada momento, pero eso no quiere decir que estén presentes con todo su ser. Cuando me refiero a vivir el presente es a estar con toda la atención en el aquí y el ahora. Eso es lo difícil por los motivos que ya he mencionado. No sé qué porcentaje del día pueda vivir totalmente en el presente, por el momento, pero creo que esto es algo que vale la pena cultivar. Estar en el vacío creando cada instante de acuerdo a la respuesta energética de cada momento ni siquiera implica hacer mucho esfuerzo, es más bien dejarse ser. Lo más importante es estar sintonizado con uno mismo, escuchar el llamado interior, saber interpretarlo y ser natural con el momento. Mientras más presente se está en una experiencia, más se la podrá disfrutar y si algo podemos aprender de vivir en el presente es a no aferrarnos ni al pasado ni al mañana. La vida se compone de momentos y cada momento es único. Así creemos las condiciones para repetirlo jamás será igual. Todo cambia excepto el mismo cambio. Hay una parte de un poema de William Blake que dice:
«Aquel que se aferra a una alegría, destruye la libertad. Aquel que besa la alegría mientras vuela vive en un eterno amanecer.» Creo que resume, en pocas palabras, la importancia de vivir el momento y de dejarlo ser. Aprender a desprenderse es un tema para otro artículo.
Si deseas recibir una notificación del próximo artículo ingresa tu email aquí y confirma tu registro. Gracias