Haré un pequeño repaso para el entendimiento de la mente racional. La mayor parte del tiempo creemos que el opuesto del amor es el odio. Esa es la idea principal que se nos viene a mente cuando pensamos en esta pregunta. Sin embargo, hemos escuchado a maestros espirituales decir que el opuesto del amor no es el odio sino el miedo. La mayoría de nosotros necesita expurgar esta idea para tratar de entender de dónde surge. Suena bonito, interesante, lo adoptamos porque han dicho los grandes pensadores, y luego lo repetimos sin tener la menor noción de por qué es así. Tratamos de encontrar asociaciones para que tenga sentido. Esto no es muy diferente de todo lo que adoptamos en creencias, formas de ver la vida y demás. Somos cajas repetidoras sin entender el por qué de nuestras creencias. Aunque suena duro es, simplemente, la realidad. Entonces, entre las alternativas que nos podemos ofrecer podríamos estudiar la filosofía que nos lleva al entendimiento para aclarar nuestra teoría. Sin embargo, nada tendrá total claridad hasta que no experimentemos, internamente, el concepto en sí. ¿Por qué internamente? Porque es el único lugar en que las cosas, realmente, se pueden aclarar. Entonces, empecemos por “analizar” qué significa el interior.
El interior es un lugar/estado en que nos conectamos con la vacuidad. Esta vacuidad se refiere al origen de nuestra existencia. Si partimos del entendimiento de que el cuerpo esta hecho de sistemas, los sistemas de órganos, los órganos de células, las células de átomos, los átomos de partículas subatómicas y así sucesivamente, llegamos a darnos cuenta de que todo está vacío, esa es la naturaleza y el origen, ese vacío. Ir hacia adentro es conectar con ese espacio de energía interior en que se mueven todas las posibilidades a través del silencio y la percepción. Muchas cosas suceden cuando vamos a nuestro interior. Nos topamos con sentimientos, pensamientos, sensaciones, todo al mismo tiempo. Si logramos relajarnos lo suficiente, podemos dejar de sentir el cuerpo y permanecer en el vacío, la aparente oscuridad y la actividad que nutrimos con nuestra atención. De pronto somos solo «conciencia» que observa, que percibe. Ir hacia adentro es como subir o bajar en un ascensor por los niveles de conciencia. Es como ir desde la sensación de la piel que nos recubre, pasando por sentir el latido del corazón, el movimiento peristáltico de los intestinos, el ingreso y egreso del aire, el reconocimiento de cualquier dolor físico hasta llegar a la vibración de los átomos y sus partículas subatómicas. Ingresamos al mundo ilimitado del interior. Sólo nos limita el condicionamiento mental. Tenemos todo en nosotros mismos, es cuestión de saber acceder. No en vano, los grandes maestros también dicen que las respuestas están en nuestro interior. Dependiendo nuestro nivel de conciencia y el estado mental que logramos al mirar internamente, podremos acceder a nada y todo.
Ahora podemos volver a la idea de que sólo en el interior podremos aclarar los conceptos que sostenemos. En ese interior se mueven muchos niveles que no se necesitan encasillar. Simplemente son lo que son. Hay personas que quieren llamar dimensiones a los distintos niveles y está bien, solo que es mejor no limitarse a los conceptos hechos para que la mente racional pueda adaptar el entendimiento a una realidad. Aunque pueda ayudar, lo que necesitamos es estar conectados y abiertos a percibir el movimiento de la energía que se mueve en ese interior. Esto nos llevará por muchos senderos, algunos serán sanadores, otros dolorosos, otros liberadores. Mucho de este proceso interior sirve apenas de abono para despertares más profundos que nos llegan con lucidez. Las experiencias lúcidas se pueden reconocer no solo por el poder y nitidez con que suceden, sino que marcan una diferencia en el estado de conciencia. Nada puede superar la experiencia lúcida de conciencia interior ya que nos deja con una profunda realización.
¿Cómo se llega a esa realización? Con paciencia, disciplina, constancia, perseverancia, esperanza, decisión, voluntad y libertad. Normalmente no sabemos lo que vamos a encontrar. Sólo haciendo el trabajo interior, despejando el desorden, sanando, dejando ir lo innecesario, vamos a alivianar el proceso para que, en el momento menos esperado, surja una de esas experiencias lúcidas que nos muestra con claridad lo que no conocíamos. Podemos asumir una práctica, meditar, ayunar y escoger creer nuevas cosas. Si no nos permitimos romper nuestra imagen, no podremos expandirnos ni estar preparados para recibir revelaciones pues vemos cuando estamos listos para ver. Lo único que podemos hacer es lo que esté a nuestro alcance para prepararnos haciendo las mismas prácticas o integrando nuevas opciones para expandir los horizontes de la conciencia.
Para comprender por qué el miedo es el opuesto del amor y no el odio necesitamos comprender el origen del miedo, el mismo que nace de la separación en la dualidad. En esta dimensión nos reconocemos como seres individuales. Nuestra esencia espiritual está reprimida y no la reconocemos conscientemente. Esta separación, que nos hace mortales, estimula nuestro reflejo instintivo por defender la vida y nuestra integridad física. Más aún, nuestra vida diaria está basada en el miedo: miedo de perder algo o alguien, miedo de que pase algo no deseado, miedo de caer, de no tener, miedo, miedo y más miedo. El miedo es el sentimiento más abundante en la humanidad y estimula prácticamente todos los sentimientos negativos desde la ira hasta el odio. Evidentemente también estimula la precaución y la prudencia, aunque sean estimuladas por la represión de un miedo. Está tan impregnado en nuestras vidas que no nos damos cuenta de que vivimos con el miedo en las narices.
También necesitamos comprender qué es el amor. Tenemos una noción genérica estimulada por el afecto que damos y recibimos. Lo experimentamos como un sentimiento hacia alguien o algo. Hablamos diciendo que del amor al odio hay un solo paso justamente porque experimentamos el amor como un sentimiento y, es por esto por lo que creemos que el odio, que genera todo lo contrario al sentimiento de amor, es su opuesto. Desde el sentimiento, sí es su más claro opuesto. Pero ¿qué es el amor, al menos el amor que buscamos sin saber que lo estamos buscando? Hay muchos niveles de amor, pero al que se refieren los maestros cuando hablan de que el opuesto del amor es el miedo, es un amor que trasciende la dualidad, que no mira la separación entre nosotros. Este es un amor en la conciencia de la unidad donde no estamos separados. Ahí no existe el miedo, solo existe la unidad. A ese amor llegamos elevando la conciencia y logramos esto a través del trabajo interior. Necesitamos integrar y alinear la personalidad con el alma. Necesitamos trabajar nuestro ego para que permita que surja la luz del alma. Cuando damos rienda suelta al ego, manifestamos la oscuridad, cuando lo alineamos con el alma y permitimos que ésta tenga más presencia en nuestra vida diaria, manifestamos la luz.
Entonces, para que nos sirva repetir los conceptos, aunque no los entendamos, necesitamos al menos aprender a indagar, no solo en los libros filosóficos o sagrados sino principalmente en uno mismo.
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Hola. Gracias. Recibí en mi e-mail el contenido de este artículo. Me atrae mucho lo que se explica aquí. Por favor agradezco si puedo seguir recibiendo este tipo de contenidos.
Con gusto, le invito a revisar todos los articulos en el blog y puede tambien adquirir los libros. saludos
Me encanta la forma directa y clara con que abordas el tema. Es momento de dejar de vivir de falsas ilusiones. Y entender de manera más consciente el amor.
Muy interesante tu artículo Goy . Necesito empezar a trabajar en mi interior