Estamos viviendo en una etapa muy compleja, caótica, crítica y maravillosa. Mientras el ritmo de vida se acelera en las ciudades, se puede ir sintiendo una necesidad de aprender a priorizar las cosas pues ya no alcanza el tiempo para hacer todo lo que se podía hacer hasta hace unos 20 años y, encima más, tener tiempo para la pereza. Hay una cierta percepción unánime de que el tiempo está pasando cada vez más rápido. Esto puede ser consecuencia de lo que ha traído la tecnología al mantener, al planeta, informado en cuestión de segundos, pero también puede tener que ver con el ritmo al cual se está expandiendo el Universo. La mayoría de nosotros solo alcanzamos a notar lo que sucede a nuestro alrededor inmediato, sin saber todo lo que está provocando esta sensación de aceleramiento a nivel cósmico. Entonces, partamos desde donde estamos. Podríamos partir haciendo un análisis de nuestra vida personal, preguntándonos qué tanto hemos logrado alcanzar la “felicidad” y el “amor” que tanto buscamos y por cuánto tiempo lo hemos podido sostener. De alguna manera, en algún lugar de nuestro subconsciente, pensamos, al menos en occidente, que ese “lugar” o “estado” de amor y felicidad que buscamos es un punto al que se llega para vivir felices por siempre. Nuestro raciocinio considera que no es así, pero hay un condicionamiento que nos hace creer eso o algo muy parecido. Esa idea es tan equivocada como muchas de las ideas y principios sobre los cuales hemos construido una realidad que consideramos que es nuestra verdad. Escucho a mis sobrinos pequeños decir cosas como: “cuando crezca y me case y tenga hijos” como si fuera, realmente, la única meta a la que podemos aspirar cuando nos hacemos adultos. Este concepto es algo que nos inculcan, consciente o inconscientemente, desde pequeños y, cuando llegamos a adultos sin conseguir esta meta, nos sentimos frustrados, llamamos a la gente solterones y les vemos con vacilación, pensando que si llegan a una edad madura solteros o solteras, debe ser porque tienen algún problema. Jamás he escuchado decir a un niño de 10 años algo como: “cuando sea grande y sienta total seguridad de quien soy espero saber para qué vine a esta vida.” Quizás se piense que pedir a un niño o niña de esa edad que piense así es pedir demasiado, pero eso es realmente subestimar el potencial que hay en cada uno de nosotros y es pensar en función de cómo fuimos criados. Me pregunto, ¿cómo sería el mundo si todos los niños y niñas de 10 años se hicieran esa pregunta? ¿Qué tendría que suceder en los adultos que les guían tanto como en los profesores del colegio para que esos niños y niñas lleguen a tener ese tipo de preguntas? ¿Cómo sería el mundo si desde niños aprendiéramos, en casa y colegio, a meditar?, ¿a estar en contacto con las emociones y aprender a expresarlas de formas creativas? En este punto solo podríamos imaginarlo, pero si en esa imaginación vemos alguna respuesta favorable pues, seguramente, es una señal de que sería el camino adecuado a seguir. Sin embargo, no sabemos cómo hacer los cambios personales necesarios y, por ende, los cambios masivos también se vuelven complicados y casi imposibles de lograr.
Y así, hemos construido una sociedad que estamos, constantemente, probando y comprobando su funcionamiento lleno de desequilibrios, corrupción, codicia, inseguridades y violencia en la que es difícil seguir un camino transparente, certero, seguro y, sobre todo, tranquilo. Es más, aquellos que quieren hacer las cosas basadas en valores morales limpios, honestos y transparentes, tienen muchos más contratiempos que aquellos que se adaptan al sistema corrupto, lo promueven y lo nutren. En unos lugares habrá más corrupción de todo tipo que en otros, pero esa sensación de que hay crisis en todo el planeta, sea crisis de medio ambiente, crisis política, crisis económica, crisis moral, crisis social y, finalmente, crisis personal es una sensación flotante que rodea, como la atmósfera, a todo el planeta. Aun en países en que la estabilidad económica ha ayudado para que no haya tanta violencia e inseguridad se respira un vacío, pues la atención se inclina a usufructuar de los beneficios de la economía, en forma de comodidades materiales, en lugar de potenciar la paz interior y la paz en el mundo.
Contemplemos más de cerca las ideas que hemos desarrollado sobre las relaciones personales e íntimas. ¿En qué se basan esas relaciones? ¿Posesión, celos, atracción, deseo, amor, libertad? Nota a tu alrededor, ¿cuántos matrimonios han terminado en divorcios o separaciones?, ¿cuántas personas que han sostenido una relación de pareja pueden considerarse realizados en su relación?, ¿cuántas personas se sientes solas, aún estando acompañadas, a tu alrededor? El indicador general señala un alto porcentaje de lo que se podría considerar como “fracasos”. Claro, depende del enfoque que se le dé, ya que se puede considerar un aprendizaje pero, si analizamos la funcionalidad de cómo hemos aprendido a relacionarnos en la intimidad, notaremos que las cosas que funcionaban hace 50 años, ahora ya no funcionan. Sin embargo, todavía cargamos con la tradición de lo que se piensa que debe ser una relación íntima.
Luego de años de vivir en un sistema político y económico, conocido como capitalismo, y considerar otros sistemas que han existido, nos damos cuenta que el ideal comunista no es el óptimo, el ideal socialista tampoco lo es y menos lo es el ideal capitalista. Entonces, ¿ahora qué? Si eso es lo único que conocemos, es necesario que lo hagamos funcionar para evitar un caos mayor. La manera que tienen de funcionar, por ejemplo, las campañas políticas es, como decimos aquí “pan comido.” El mismo discurso populista con diferentes acentos e intenciones, todo girando alrededor de los mismos temas. Lo grave es que la gente se hipnotiza por estas personas y les cree las propuestas. Miles de veces comprobamos que, la mayoría, quedan en el aire, pero la memoria suele ser frágil en el pueblo. Nos sometemos porque pensamos que no nos queda otra y también lo hacemos porque no hay una nueva propuesta de cambio que tenga la suficiente fuerza como para que sume adeptos. Esto de no tener nuevas opciones, y me refiero a pensamientos vanguardistas que no son parte de las estructuras actuales, solo refleja lo estancados que estamos en dar vueltas en lo mismo y lo mismo. Es como la eterna tormenta en Júpiter, girando sobre un mismo eje. Por más nuevas caras que aparezcan, estos sistemas (político y económico) están caducos, no nos llevan a ningún lugar que no sea el que ya comprobamos que no funciona. ¿Qué sucede con nuevas propuestas? Recordemos a Galileo Galilei y su propuesta heliocéntrica de nuestro sistema. Le creyeron loco y le condenaron. Lastimosamente, esto suele suceder con las nuevas propuestas. Cualquier samaritano aguerrido que proponga nuevos conceptos de convivencia que no favorezcan los sistemas de poder actuales será visto con el mismo ojo de condena porque será quien rete a lo establecido. En este siglo tenemos, por ejemplo, el caso de Jacques Fresco y su Proyecto Venus. Él tiene una propuesta sumamente vanguardista de convivencia y economía desde hace décadas seguida por Peter Joseph del Zeitgeist Movement. Hay el caso de Foster Gamble y su propuesta The Thrive Movement y lo que hace la Fundación Findhorn que es importante conocer. También existen las leyes de la Permacultura que son maravillosas en todo sentido y enseñan una convivencia balanceada con la naturaleza. Ya están en el ambiente, sino que la fuerza que tienen los sistemas imperantes todavía es muy grande y no permiten que se implementen, con facilidad, estas nuevas propuestas. No sé si tanto por los poderes que asumen la seguridad de su posición, o por la gente que no quiere hacer los cambios necesarios para que estas nuevas propuestas funcionen. Pero, estamos llegando a un punto en el que se cambia desde las entrañas o las entrañas de nuestra Madre nos cambiarán a nosotros. Hemos fallado en aceptar las señales sutiles que recibimos de los otros reinos con los que convivimos en el planeta. Muchos, a pesar de saberlo, se hacen de oídos sordos porque el afán económico es más atractivo que cualquier otra cosa. Vaya que la codicia es de los males humanos más difíciles de superar.
¿Qué sucede, entonces, con estas estructuras sobre las cuales hemos edificado nuestra vida? ¿Qué es lo que la crisis mundial, generalizada, nos está queriendo advertir? Si vemos el camino que hemos recorrido, el que nos ha llevado al ahora y no hacemos cambios de raíz, ¿hacia dónde mismo estamos yendo si seguimos con los mismos sistemas? Podrá haber modernización, nuevos estilos de hacer lo mismo de antes, nuevas modas, pero seguimos funcionando dentro de las condiciones de un mismo sistema. Nos vamos de los republicanos a los demócratas, de los demócratas a los republicanos. Nos vamos de los pelucones a los amargados y resentidos sociales y de estos nuevamente a los otros y no se ve una mejoría en el nivel de felicidad sostenible. Entonces, o estamos equivocados en nuestra programación genética sobre la búsqueda de la felicidad, o todavía no hemos encontrado el verdadero sentido de la vida.
He escuchado, en algunos lugares de tendencia mística, que el ser humano no necesita sufrir para evolucionar o para crecer internamente. Considero que eso es factible y sería óptimo, pero no estamos listos para eso. Si fuera así, ya no habría caos ni crisis generalizadas. Si estamos creando todo eso es porque lo necesitamos para sacudir la conciencia. Todo lo hermoso que hay en nuestra humanidad es opacado por el peso que damos al lado oscuro de nuestra existencia. Si no, solo prende la televisión y mira las noticias. Mira las novelas y el porcentaje de películas que nos recuerdan nuestro lado oscuro versus nuestro lado de luz. Mientras más trágico es algo, más atrae a la mayoría. La luz es ligera y su contenido es liviano, medio efímero, no tiene el peso de la oscuridad. La luz es silenciosa, no busca protagonismo. En la luz reside el espíritu, en la oscuridad reside el ego, en la luz encontramos la verdad que trasciende, en la oscuridad encontramos la ilusión que provoca.
En esta época tan complicada, está cayendo una energía sobre el planeta que nos invita a pasar de la conciencia tridimensional a la cuarta dimensión. Estamos pasando de la Era de Piscis a la Era de Acuario (aunque la transición dure unos cuantos cientos de años) y estamos pasando de la conciencia del tercer chakra al cuarto chakra. Las transiciones suelen ser las etapas de mayor posibilidad para evolucionar porque son las que más convulsión traen debido a que, en el final de una etapa, en que se ha consolidado todo un sistema de creencias, se empieza todo a derrumbar para crear un nuevo nivel de conciencia y, con eso, una nueva forma de existir. El paso del 3er al 4to chakra es de los más importantes en la escala evolutiva pues es pasar de los chakras inferiores o de vibración más lenta, a los chakras superiores o de vibración más rápida. Aquí se empieza a manifestar la energía del alma con mayor claridad y fuerza. Se conoce una nueva forma de amar, una nueva forma de comunicarnos, de intercambiar que no tiene, prácticamente, nada que ver con todo lo que hacemos hoy por hoy. El mundo en que se existe de acuerdo con los dictados del alma nos parece, viéndolo desde la perspectiva en la que vivimos ahora, totalmente irrealizable. Sin embargo, estamos teniendo la oportunidad de ingresar en ese mundo más ahora que jamás antes. Puedo confesar que da miedo, en principio, puesto que no tiene nada que ver con lo que nos ha dado seguridad, aunque sea irreal. A pesar de los traumas, daños psicológicos, y demás experiencias negativas, todos somos sobrevivientes de este sistema y eso quiere decir que nos hemos adaptado, de miles de formas, a vivir las experiencias y oportunidades que se nos ha presentado. Entonces, ahí se aplica ese dicho que dice: “mejor vale malo conocido que bueno por conocer”. Hemos aprendido a desenvolvernos y a envolvernos en estas estructuras. Hemos conocido formas de seguridad, de protección, de defensa y de ataque y se ha convertido en un terreno, relativamente, firme. De pronto, empiezan a llegar experiencias que nos señalan un camino nuevo, sin límites, sin restricciones, sin condiciones, sin barreras de distancia y de tiempo, basado en el verdadero amor, el que seguramente, muchos sueñan lograr, y son experiencias de tal magnitud y tan diferentes a lo conocido que no solo que sorprenden, sino que nos parten en dos, en dos mundos. Esa sensación de vivir entre mundos es muy angustiosa hasta que uno sepa cómo moverse entre ellos. Ya que son mundos tan distintos, en un principio puede surgir un cuestionamiento muy grande de si será verdad o no. Pero la fuerza del alma es innegable pues no viene de la cabeza, viene de una certeza, igualmente, inusual. No es un mundo que se pueda comprender con la razón, y la razón es una de las fortalezas de la tercera dimensión. Si la razón es una de las fortalezas de esta dimensión, entonces, la intuición sería su contraparte en la cuarta dimensión. Si el ego mueve la tercera dimensión, entonces el amor mueve la cuarta dimensión.
Para empezar cualquier cambio es necesario aceptar que algo no funciona, que algo no está bien y luego hay que estimular el deseo de hacer algo al respecto. Cambiar no es fácil, pero tampoco es imposible. Se requiere atrevimiento, voluntad, visión, dirección, apertura, flexibilidad y decisión, entre otras cosas. Hay que saber que el proceso de cambio involucra un cierto grado de dolor, pero es un dolor mucho menor que si uno se queda en donde está. Necesitamos el atrevimiento para crear algo nuevo, basado en principios más verdaderos, honestos, auténticos y universales. Si sabemos que el sistema de relaciones al que estamos acostumbrados no funciona, entonces hay que crear uno nuevo. Si dos personas empiezan, otros seguirán pues la información empezará a navegar en el inconsciente colectivo y más gente tendrá acceso a nuevas opciones. Todo el proceso de cambio empieza con uno mismo, no hay vueltas que dar al asunto. La auto-transformación es el reto más grande que podemos tener. Necesitamos rendir el ego al alma. ¿Cómo? Escuchándonos cada vez más internamente, dando crédito y valor a las experiencias internas, no solo las externas. Necesitamos invocar a nuestro Yo Superior y, poco a poco, iremos distinguiendo la voz del ego de la voz del alma. Eso requiere entrenamiento, no viene casualmente. Requiere disciplina, diligencia, atención, auto-observación, dedicación, pasión inclusive, y si, también puede requerir vocación. No todos estamos listos para esta transición, y tampoco es algo que interese a suficiente gente como para que la fuerza de este cambio se de ya. Todavía sucederá por aquí y por allá pero, tarde o temprano, por las buenas o por las malas, se dará el sacudón para despertar a una nueva realidad.
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Lo único que nadie cuestiona es el sistema, negocio , que se hace con la vida de los humanos, negocio llamado sistema de educación..por qué será? Si los gobernantes con tanto titulo, maestrías ! Etc etc por qué no pueden resolver los problemas sociales? Ya es hora de eliminar esos negocios que suponen garantizan un futuro seguro para la sociedad. Los «sistemas educativos» NO permiten al humano hacerse humano solo porque transmiten cierta información calificada. al contrario deshumanizan al no estar acorde a las necesidades biológicas como cualquier ser vivo. No solo se come y se viste. El humano tiene muchas potenciales capacidades de desarrollar sin fuera respetado como ser en movimiento libre y espontáneo. El biólogo Maturana considera que la mayoría de enfermedades vienen desde la infancia al vivir en falta de autonomía sensorio motriz por un lado, y falta de amor , aceptación por otro, acaso no les calificamos a los niños como buenos o malos? Acaso no calificamos los «errores» ? Acaso no castigan o premian de acuerdo al » profe» ? Eso no es amor !
Mientras mas opciones, mejor !
Les dejo un profundo video
LINK: http://www.youtube.com/watch?v=YJZyIJdSWQY
Esto podría ayudar
http://es.sott.net/article/19079-Microholding-reduciendo-el-tamano-de-un-sueno