Los humanos pensamos que estamos a cargo de lo que sucede en el Planeta. Nos creemos los dueños y señores, la raza de mayor inteligencia que camina aquí. ¿Qué tal si eso no es verdad? ¿Qué tal si nos damos cuenta de que no somos más que títeres de un juego cósmico? ¿En qué lugar nos estableceríamos, en la escala de vida e importancia? ¿Qué tal si nos damos cuenta de que el Planeta, siendo un ser vivo, tiene una inteligencia superior a la humana? Hoy en día es más generalizado el pensamiento de que los humanos de hoy somos terriblemente destructivos para la vida en el Planeta. Somos unos bípedos muy creativos, inteligentes, capaces de sentir cosas místicas y maravillosas tanto como cosas de baja vibración como el odio. Vivimos en el potencial más completo (al menos así lo creemos) de la dualidad, los extremos. Pensar de los humanos como los seres más inteligentes nos ha hecho creer que estamos en control de todo. No nos ubicamos, con humildad, en la pieza que jugamos en este dilema cósmico que afecta lo que sucede en el Planeta a todo nivel. Ultimamente, en la última década, hemos escuchado con mucha más frecuencia y gracias a las redes sociales, que todos somos UNO, y lo sostenemos en nuestros discursos espirituales pero sin una manifestación en la conciencia, en la forma en que vivimos. Es todavía una idea que sabemos que es verdad pero que no está integrada en nuestro diario vivir.
Mi planteamiento es totalmente intuitivo. Anunciarlo así, de por sí, apagará el interés de quienes pesan su criterio en aquello que solo es comprobado cientificamente. Dudo que la ciencia pueda demostrar todavía muchas cosas que son verdad. Simplemente no ha llegado a ese nivel de claridad sobre el misterio de la existencia. Acudo así a la intuición, que la siento más conectada con cosas esenciales. Vaya que, de todas maneras, ha costado mucho trabajo afilarla y aceptar sus insinuaciones. La educación para dar credibilidad al cerebro racional ha hecho todo lo posible por generar dudas de lo que viene de las entrañas. Así que ahora voy a ofrecer una dilucidación de esa energía que se asienta en el interior, que me ha rondado ya por mucho tiempo y a la cual ha sido difícil ponerle palabras.
Todo inició hace mucho tiempo cuando sentí, con claridad, que mi vida no me pertenecía. Intuitivamente sabía que venía hacer un trabajo que no se enfocaba en el egocentrismo de mi vida sino del uso de la misma como servicio para la expansión de la conciencia. Usando el descubrimiento del camino interior en mí para ayudar a abrir puertas al interior de quienes resuenen con lo que propongo, ya que no todos tenemos accesos directos a verdaderos Maestros espirituales. Tras varias experiencias místicas, desde niña, reconocí la responsabilidad de transmitir lo que iba reconociendo, en el sendero, y logré canalizarlo a través de la labor que he realizado, en radio, desde 1987. Hay sensaciones internas que he tenido desde hace mucho tiempo pero que me han resultado difícil ponerlas en palabras, lo cual también reflejaba la necesidad de trabajar en la propia claridad interior. Este, igual, es un camino que no tiene una via determinada ni prevista, simplemente, cada vez se aclaran más cosas y se alinean mejor con el pulso del Universo. Entonces, en el punto en el que estoy, de entendimiento, y que puedo comunicar, quiero sugerir que se considere este aspecto de que el ser humano, al igual que el Planeta, responde a una dinámica energética de interacción con el Universo. Sea lo que sea que está sucediendo ahí afuera, en el cosmos, tiene un impacto directo sobre el nivel de conciencia de los humanos, sobre los eventos que suceden, sobre los movimientos que realiza el Planeta para adaptarse al flujo de energía del Universo y tantas otras cosas de las que no estamos listos para entender.
Esto nos ubica, desde una perspectiva, en una posición de «títeres» del juego cósmico. Y, para quienes desean sentir que nosotros somos los decidores del destino, esto no ha de ser nada agradable. No estamos en control sino que respondemos al estímulo de la energía que cae sobre nosotros. ¿Qué tan extraño puede sonar esto? ¿Qué sensación da sentir que no estamos en control de nada? Todos somos parte de la historia de la humanidad, a veces basada en tantas mentiras, a veces alineada con lo que trasciende espacio y tiempo. Cuando me refiero a este «a veces» no me refiero a un determinado período de existencia sino más bien a grandes períodos que marcan lo que conocemos como las eras. Cuando leí el libro «The Yugas» de Joseph Selbie y David Steinmetz, sentí que, por fín, encontraba resonancia con «la historia de la humanidad». Un libro basado en las enseñanzas de Sri Yukteswar y Paramahansa Yogananda que se enfoca en explicar las distintas eras y los niveles de conciencia predominantes en ellas. Los hindúes no son los únicos que hablan de estas eras. Practicamente, la mayor parte de tradiciones ancestrales tienen una visión similar. Una de las cosas que me impactó fue la manera en que explicaban, con un ejemplo, la diferencia entre estas 4 eras principales. Decían que la era de oro (como la llaman los griegos, satya yuga los hindúes) estaba alineada con la verdad esencial y la comprensión de la divinidad de forma directa y clara. Los humanos de esa época se comportaban acorde con la resonancia de la energía que fluía con más fuerza en esa era, la comunicación era telepática y se vivía en la conciencia de Unidad. De ahí, cada era que seguía, en forma descendente, iba perdiendo esa noción de la Verdad, hasta llegar a la era más oscura (era de hierro para los griegos y kali yuga para los hindúes). Entonces, el simbolismo que refleja este proceso lo podemos imaginar como una vaca que camina con sus 4 patas en la era de oro, con 3 patas en la era de plata, con dos patas en la de bronce y con una pata en la era de hierro. Practicamente, así se ha visto, al menos en lo que respecta a la era de hierro, que es de la que salimos hace algún tiempo y que estaba gobernada por la total oscuridad, sometiendo al ser humano a la ignorancia, la oscuridad de la conciencia y la desconexión total de su alma. Epoca en la que se crearon entidades de poder que dominaron a los borregos ignorantes y necesitados de estas dependencias. Estamos ahora en la escala ascendente, según dicen, en la era de bronce, en la que se da un mayor entendimiento sobre el uso de la energía, su fuente y, obviamente, refleja también un nuevo despertar en la conciencia colectiva… y claro, ya estamos aprendiendo a caminar con «dos patas». No recordamos lo que se siente caminar con «tres» ni con «cuatro» pero, al menos, es un alivio caminar ya con «dos». Esta información ha ayudado a entender algunas de esas cosas que navegaban, internamente, y a las que ha sido difícil ponerles palabras.
En el interior de cada uno de nosotros está toda la información de otras eras, especialmente si vivimos en ellas. Es inevitable que todo lo de aquellas épocas quede guardado, de forma inconsciente, y cuesta recordar, pero todo está ahí. En todas las «eras» habrá gente que viva en los niveles de conciencia de las distintas etapas que se pasa. Es así que, en nuestra historia conocida, han habido personajes como Buda, Jesús, Mahoma y tantos más que resuenan con la vida en la época de oro. Son casos escepcionales, pero los hay. En otro nivel hay personas que tienen mayor facilidad para conectarse con la información que fluye para avanzar en su era, son movidas por estos impulsos internos y logran presentar lo que para nosotros van siendo descubrimientos. El caso de Einstein y su fórmula sobre la energía nació de uno de esos momentos de conexión y profundo entendimiento. Fue el momento en que se caía la energía e información para recordarlo y él fue un gran canal. En esta Dwapara Yuga o Era de Bronce, las cosas se están dando el despertar de la era de la energía, y alguien tenía que enchufarse con esa vibración y transmitirla. Esas son las manifestaciones del despertar del cambio de los tiempos. Lastimosamente, para el cambio que necesitamos, los sacudones tendrán que ser muy grandes pues nos acostumbramos mucho al viejo estilo de vivir basado en los que mandan y los mandados, basado en las cosas que vemos con los ojos y las que se filtran a través de los sentidos físicos, basados en la ley del mínimo esfuerzo y, sobre todo, basados en las demandas del ego, que, para estas dos últimas eras, es cuando más fuerte y despierto ha estado. El otro lado de nosotros, el de la luz, el de la sabiduría, ha estado débil y apagado pero, conforme vamos ascendiendo, se va despertando y su despertar no viene tan fácil en esta etapa pero, al menos, está viniendo. Estamos teniendo la oportunidad de respirar un nuevo aire, de alinearnos con una nueva energía y, a ratos, se siente como si la energía divina, gestora de toda la creación, tuviera en una mano a un maestro Jedi y en la otra mano a un Sith o digamos Yoda contra Darth Sidious, luchando el uno contra el otro. El uno porque sirve los propósitos de la luz y el otro porque quiere quedarse en la sed de poder y control que le da el lado oscuro de la fuerza. Y todos nos encontramos en el un lado o en el otro. Lastimosamente, el lado oscuro de la fuerza ha tenido más poder durante esta etapa y ha sido difícil salir de ella o combatirla. Habrá mucha más gente que está en el lado de la luz pero su luz es débil todavía, por eso sigue sometida a la fuerza del lado oscuro. Entonces, las consecuencias de lo que ha hecho el lado oscuro con su reinado está estimulando el despertar de la fuerza de luz y, por eso, estamos viendo el movimiento de las masas. Falta mucho por hacer porque en cada uno de nosotros se libra esta misma batalla. Lo que sucede afuera no es más que el reflejo de lo que sucede en el interior de la colectividad. Ver lo que pasa al otro lado del Planeta y ser indolente es señal del gobierno de la fuerza oscura en nosotros, señala la desconexión. Por el momento, si no nos llega de forma directa, parece no afectarnos de verdad. Nos sentimos indefensos frente a la tragedia de Fukushima, las guerras en países árabes, el poder de los gobiernos para destrozar todo a su paso, incluido el Yasuní, en Ecuador. No sentimos la fuerza en nosotros porque está dormida. Estos desastres solo pueden parar, de verdad, en la medida en que despertemos la fuerza de la luz en nosotros y ahí sentiremos lo que es ser UNO con todo lo demás, la Naturaleza y los Animales incluido. Entonces, vemos este conflicto que se está dando y las manifestaciones externas no son sino el reflejo de lo que está sucediendo en la energía de la conciencia global, la misma que responde a la dinámica del Universo. Es un espiral sin acabar. Así que lo mejor que podemos hacer es ocuparnos de lo que podemos hacer este momento, que es una respuesta de nuestra participación en la creación de la realidad que nos ofrecemos para vivir en el Planeta. Hay muchos cabos sueltos que se podrán ubicar conforme avancemos en el camino de la claridad interior.
Imagino que algunas personas estarán cuestionándose sobre el tema del libre albedrío. Lo que he podido ver con claridad es que el libre albedrío es directamente proporcional al nivel de conciencia. Mientras más elevada tu conciencia, menos libre albedrío tienes. Mientras más ignorante eres, más libre albedrío tienes, ¿por qué? Pues, sencillo. El libre albedrío nos permite hacer lo que queramos con nuestra vida y nuestro tiempo, ¿verdad? Entonces, mientras más consciente eres, sabes que no puedes dar rienda suelta a tu ego y lo que este desea, sino que sirves el propósito de la conciencia divina y el camino es uno y el mismo para todos en ese sentido. Cuando estamos realmente alineados con nuestro origen trascendente y divino, servimos el propósito de su luz y su manifestación. Se le puede dar otros enfoques a este tema pero me quedo con este, por el momento.
Viendo las cosas desde otro ángulo se puede decir que tenemos una tendencia y tenemos una opción. Hay personas que, por el desarrollo de sus vidas, tienden más hacia el lado oscuro, pero tienen la opción de escoger cultivar ese lado o de esforzarse un poco por encontrar la forma de inclinarse hacia la luz. Hay las personas que su balanza se inclina más hacia la luz y les cuesta menos seguir ese camino. En vista de que requiere de mucha fuerza interna, mucha disciplina y decisión seguir un camino para el que no se tiene una inclinación natural, simplemente es más fácil, seguir en la tendencia que se ha desarrollado. Entonces, nos manejan los dictados de esas tendencias, no nos gobierna el poder de la conciencia sino el poder de la tendencia. Mantenerse y desarrollarse en el camino de la luz, aún para quien tiene su balanza inclinada a este lado, implica una cultivación, una disciplina para no quedarse estancado. Vivimos en la dualidad y la encontraremos en todo el mundo de materia. Pero, también sabemos que existe la unión más allá de la dualidad y esa es la que consciente o inconscientemente buscamos. Como humanidad eso se puede lograr cuando el mayor porcentaje de seres que habiten, en un momento dado, vivan en la conciencia pura de esa unión. Aunque la existencia de «Shambhala» es un mito, posiblemente se basa en algo que sucedió en la era de oro. Ahora, con todo lo que vemos y experimentamos, pensamos que eso no es factible, pero lo más probable es que si sea factible solo que en el momento adecuado.
Entonces, si somos «títeres» del juego cósmico, ¿qué hacer? Las respuestas pueden variar en su rango de posibilidades. Por un lado hay que aceptar la dinámica externa como un reflejo de la dinámica interna. El pensamiento de uno es el pensamiento de la mayoría, el sentimiento de uno es el sentimiento de la mayoría, así profesen religiones y credos diferentes. En el fondo, la historia de uno es la hisotira de todos. Miremos estos eventos como un reflejo de ese proceso interno de conflicto, de guerra entre la luz y la oscuridad en uno mismo. Estamos en una etapa de grandes cambios, y lo que podemos hacer es dirigir nuestras antenas de percepción hacia la nueva energía que se está presentando para nosotros. La opción está en nosotros, sin importar la tendencia. A unos costará más que a otros, sin lugar a dudas. Si, al menos iniciamos observándonos a nosotros mismos, lo que nos mueve, las opcions que escogemos y vamos revirtiendo el tema de ser esclavos de la energía de manera inconsciente y vamos participando más conscientemente de este proceso, podemos contribuir de una mejor manera al cambio de conciencia colectiva. Las cosas que tienen que suceder van a suceder más allá de nosotros, lo importante es tratar de ubicarnos en algún punto del flujo de la energía y del movimiento del Universo y, por sobre todo, recuperemos un poco de esa humildad que nos ayuda a vernos como parte de un Universo vivo y en movimiento y no como los dueños de todo.
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Ver las cosas de esta manera nos hace responsables, mas no culpables. Pasos importantes para la liberación y el despertar. Gracias Goy.