¡Qué fácil es criticar a los demás! Lo hacemos aún sin saber que lo estamos haciendo. Basta una mirada, un gesto que muestra nuestra creencia sobre esto o aquello. Hay gente que categoriza la crítica, a los demás, como crítica constructiva y crítica destructiva o sea, la buena crítica y la mala crítica. Quisiera diferenciar, de otra manera, entre estas dos pues si somos muy honestos con nosotros mismos, notaremos que el 99.9% de la crítica (al menos en intención) no es constructiva. Así que para fines de esta reflexión, consideraré, por un lado, la «crítica positiva» como una «apreciación empática» y, por otro lado, la «crítica destructiva» simplemente como crítica. Entonces, ¿qué es lo que le hace destructiva a la crítica? La mayoría pensará que es la expresión negativa sobre alguien o algo, pero hay mucha más que «hablar mal» de alguien y eso es lo que vamos a considerar aquí.
El otro día salimos al almuerzo con mi madre, prima y sobrino de 4 años de edad. Desde el puesto en que me senté se podía ver, claramente, lo que sucedía en la mesa diagonal a nosotros. Cada cierto tiempo regresaba a ver el alboroto que se armaba en esa mesa entre una mamá, su bebé como un año de edad, su pareja y una hija de como 4 años. En su dinámica se podía notar gran ansiedad y disfunción. A ratos, me daba ganas de acercarme a la joven para darle un par de sugerencias, a ratos me quedaba sorprendida de que, siendo una chica de como 40, no pueda manejar o guiar a su bebé, el mismo que pataleaba si no le dejaban hacer lo que quería y estuvo a punto de que le de una rabieta. En eso, el bebé se resbalo, empezó a llorar y ella se lo llevó afuera pero como con un deseo de protegerle cuando más bien necesitaba un buen «estate quieto» según mi análisis de lo que observé. Veía a mi sobrino, tan bien portado. Mi prima lo guiaba o manejaba con frescura y el niño jugaba sin generar molestias. Notaba eso y, luego, regresaba a ver el caos de la otra mesa. Mientras hacía este ejercicio de vaivén entre mesas, se me cruzaron muchas cosas que nunca expresé. Pensé en la vida que, posiblemente, llevaba esa chica en su hogar y, al mismo tiempo, surgían los típicos pensamientos de: «¿por qué no hará esto?», «¿por qué no hará aquello?», «¿es que no se da cuenta lo que está haciendo con ese niño?», «¡uy, ese niño de grande va a ser muy problemático!» y, así, siguieron una serie de pensamientos que me trincaba teniéndolos. Estaba, obviamente, «criticando» en silencio como consecuencia de lo que veía, mis creencias sobre las cosas y mi propio acondicionamiento. Este tipo de crítica silenciosa es la que más sucede y es una «archi» enemiga de las relaciones. Las críticas que expresamos, con nuestra palabra, son apenas un 1% a 5% de todo lo que realmente sucede internamente antes de que vertamos una crítica hacia afuera.
Este tema lo he venido observando por años y, aunque he logrado entender muchos aspectos de la dinámica, la voz interior de crítica todavía está presente. Mucha gente cree que hacer un cambio interno es cuestión de no volver hacer algo. No es así de sencillo pues aunque, en este caso, no vuelva a pronunciar una crítica con mi boca, si sigo teniendo los pensamientos críticos, sigo envuelta en ese círculo. El proceso de integración de uno mismo no implica reprimir la realidad interior, implica hacerla consciente para poder integrarla. Bien dijo Carl Gustav Jung que «hasta que no hagas lo inconsciente consciente, dirigirá tu vida y tú lo llamarás destino» y no solo eso sino que «no hay un proceso de concienciación sin dolor.» Así que este proceso de integración es todo un camino de despertar interno que nos hace enfrentarnos hasta que logremos una tregua que nos lleva a la valoración real de diferentes aspectos de nuestra complejidad psicológica. Roberto Assagioli, en su afán de ayudarnos a tener claro lo que sucede, internamente, desarrollo la Psicosíntesis y, entre sus propuestas, nos dio el concepto de las subpersonalidades que son voces opuestas que interactúan en nuestra mente creando un mundo de diferentes personajes que asumen papeles de acuerdo a la situación que estemos viviendo. Así pues, tenemos una dinámica interna entre, por ejemplo, el aspecto maternal de ternura y el aspecto paternal de protección, tenemos al juez y crítico interno y tenemos al víctima interno, tenemos al niño y al adulto, al maduro y al inmaduro, todo depende de lo que una situación estimule en nosotros. Recuerdo la actuación de una amiga mientras estaba soltera, toda fuerte y autosuficiente y, cuando tuvo una pareja, se volvió frágil, vulnerable y dejó de ser autosuficiente. Así que estos personajes viven en nosotros y surgen según nuestro condicionamiento inconsciente que escoge la manera de enfrentar una situación. Pero, ¿cómo se crean estas subpersonalidades?, ¿de dónde salen?
El otro día, durante la meditación de los sábados, trabajamos con el tema de las creencias y su origen. Cuando compartimos la experiencia interna, todas regresaron a su niñez, la influencia religiosa y familiar. No es en vano que la Psicología ha hecho tanto énfasis en el análisis de la niñez. No se trata de vivir en el pasado pero sí de entender cómo, aquello que nos ha sucedido, crea una forma de entender y de enfrentar la vida. La estructura de las sociedades occidentales en las que hemos crecido, a pesar de ser de culturas diferentes, tiene una base similar. Para comenzar, nuestro aprendizaje sobre la vida inicia en casa con la orientación que nos dan papá y mamá. En vista de que la mayor parte de seres humanos de este último siglo han vivido una realidad de desconexión interna, hemos crecido propulsados por la energía de las tendencias sociales de cada época. Existen las tendencias colectivas y las tendencias personales. Aquellos que han salido de las normas sociales establecidas han sido considerados «outcasts» o marginados y el costo de eso puede ser muy alto. Este «hipnotismo social» como lo diría Alan Watts, ha llevado a que, de acuerdo a la época que crecemos, tengamos valores y creencias dirgidas que luego pueden ir cambiando. El mayor inconveniente con las creencias es que nos apropiamos tanto de ellas que consideramos que somos aquello en lo que creemos y no puede haber error más grande. La verdad es que no somos ni lo que pensamos, ni lo que sentimos, ni lo que llevamos como cuerpo, todo esto es una ilusión y parte del juego cósmico para la humanidad. Pero, llegar a entender eso a nivel celular puede tomar unas cuantas vidas. Así que hagámoslo más sencillo… Cuando somos niños empezamos a desarrollar estas «subpersonalidades» en función de la interacción con nuestros progenitores, la familia, los amigos, la sociedad y el medio ambiente. El punto clave y de mayor influencia es en el ámbito familiar. Si recibimos críticas todo el tiempo y desde pequeños, guardamos esas voces en nuestro interior y se convierten en la voz del juez o el crítico en nosotros cuando crecemos. Los padres, con su afán de educar se equivocan, con frecuencia, al mezclar conceptos de disciplina con valores morales. Esto está bien, esto está mal, esto puedes hacer, esto no puedes hacer. Ellos nos brindan lo que aprendieron con un pequeño «twist» generacional. Pero, hay una gran diferencia entre guiar y domar a los hijos. Alejandro Jodorowsky dijo «una cosa es educar a un niño, otra domarlo. Educar es ayudarlo a ser él mismo, domar es obligarlo a ser lo que no es.» La mayoría hemos sido domados y si bien la educación en el hogar sigue cambiando todavía estamos lejos de entender lo que es educar para apoyar la realización natural de cada niño. Nos enseñaron que el adulto sabe y tiene la razón y que al niño hay que someterlo a la voluntad del adulto. Muchas veces los adultos ni saben por qué dicen sí o no a los niños. Lo hacen porque así mismo lo aprendieron. Entonces, nuestra forma de pensar y ver las cosas se va formando desde pequeños. Nuestro pensamiento funciona en una estructura creada por el condicionamiento que recibimos. Almacenamos las voces de nuestros domadores en nuestro interior y van dando forma a nuestra realidad.
Solo aquellas personas que han sido enseñadas, desde pequeñas, a mirar la actividad del pensamiento de manera más impersonal, seguramente no tienen enraizada la tendencia a la crítica. El resto de nosotros, fácilmente, podemos hervirnos en la crítica. Y, ¿qué es, finalmente, la crítica? Es una creencia de que, ese algo que criticamos, sale fuera nuestros esquemas de lo correcto y, criticamos con deseo de imponer esa creencia. Lo que no nos damos cuenta es que la crítica es un rechazo de las partes no integradas en nuestro ser. Es una proyección, en otros, de aquello que negamos o rechazamos en nosotros mismos, sea por el condicionamiento que hemos tenido de qué es lo correcto y qué no, sea por una represión de nuestros defectos, o sea por una falta de aceptación de las cosas como son. Entonces, cuando observamos nuestro movimiento interno, en torno a la crítica, podemos aprender un montón sobre nosotros mismos. ¿Es esto algo que puede cambiar? ¡Claro que sí! En la medida en que aprendemos a observarnos y a comprender de dónde viene ese diálogo interno, vamos haciendo consciente lo inconsciente, vamos reconociendo patrones de conducta, vamos reconociendo el condicionamiento. Entonces, lo cuestionamos y luego trabajamos con el tema hasta que se vaya integrando en nuestro ser. Lo que puede decir sobre esto es que, con el pasar del tiempo, he notado un increible decrecimiento en mi interés y capacidad para criticar a otros. No se ha ido del todo, pero puedo ver la diferencia. Siendo esta una sociedad de «chisme» y «crítica» hay que hacer un trabajo más intenso todavía porque el ambiente se presta para fomentar estos aspectos. Esto me lleva a compartir mi percepción de por qué, en algunos lados, esto es más fuerte que en otros.
Cada «país» es un vórtice de energía que está interactuando con el cosmos. Esa energía determina la manifestación de conciencia en ese lugar en particular. La formación de países con sus límites es consecuencia de esta dinámica. Claro, los humanos pensamos que siempre estamos en control y que nosotros somos los decidores de las cosas pero no es tan así. Para mí la conciencia humana es consecuencia de la energía que recae sobre nosotros y, si bien nosotros creemos que nuestra conciencia afecta la energía de algo, considero, más bien, que la energía determina la conciencia. Finalmente, es un intercambio circular, sin principio ni fin y es como preguntar quién vino primero: ¿la gallina o el huevo? Lo que quiero hacer hincapié con esto es que el ser humano no es el que controla las cosas ni es lo mega-poderoso que se cree. Existen fuerzas que no vemos con los ojos que nos mueven como piezas de ajedréz sino que nosotros creemos que nosotros, siendo esas piezas, nos movemos por nuestra propia voluntad. Esa es mi sensación, hace rato, y puedo estar equivocada en mi forma de presentarlo pero es lo mejor que puedo hacer por el momento. Habiendo explicado esto ahora voy a tomar un par de ejemplos sobre por qué en un lugar puede ser más intensa la crítica que en otro lugar. Por ejemplo, la energía que cae sobre el vórtice llamado «Ecuador» es una energía caótica que podemos observar desde la forma de gobernar hasta la visión de diseño de calles en las ciudades. Lo más interesante es que, dentro del vórtice «Ecuador», hay sub-vórtices que afectan su idiosincrasia particular por ciudad. En tal caso, manejar en cualquiera de las ciudades ecuatorianas es un veradero caos. Sus calles son mal diseñadas, no parecen haber sido hechas con sentido común ni visión de crecimiento. Entonces, salimos en los carros y vivimos criticando a los otros por su mala calidad de manejo. Si bien vemos que las calles no apoyan, más culpamos a los conductores. El origen del caos está en el mal diseño vial que genera caos. En otros países, generalmente los más desarrollados, el plan vial ha sido hecho con mayor sentido común y visión. La consecuencia de eso es que las cosas fluyen, la gente no se desgasta quejándose o insultando a otros conductores por sus malas maniobras y no hay necesidad de pasarse pegado a la bocina del automóvil. En un lugar en el que, por su estructura ambiental, no se estimula algo, eso no potencia. Habrá otro tipo de «problemas» como consecuencia de su «influencia energética» y así son las cosas. Nosotros podemos contribuir en el juego al sintonizarnos con los propósitos luminosos de la fuerza energética que recae sobre nuestro entorno.
La base de cualquier transformación estará en la observación que hagamos de nuestra actividad interna, lo que pasa por el pensamiento, lo que sentimos, la manera que lo llevamos en nuestro cuerpo y como trabajemos con esa información. Carl G. Jung dijo: «la gente hará cualquier cosa, por más absurda que sea, para evitar enfrentar su alma» y también dijo: «el privilegio de una vida es convertirte en lo que realmente eres». Lograr ese privilegio implica aprender a discernirse y permitir descubrirse. No todos nacen con el estímulo ni el deseo consciente de alcanzar ese privilegio pero si hay una gran diferencia entre vivir la vida alineados con ese descubrimiento o vivir como un borrego de las masas.
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o sea no hay que dar nuestro punto de vista sobre otras personas? entonces tu profesion como psicologa no tendria sentido ya que la psicologia se basa en cambiar a las personas mediante criticas (o guias como quieras llamarlo) es imposible no criticar a nadie cuando esta haciendo algo muy malo a nuestro punto de vista (siempre subjetivo ya que el bien y el mal en realidad solo son puntos de vistas), si no criticas a nadie «constructivamente» simplemente no haces nada por nadie y solo te preocupas de ti? ya que el hacer algo por alguien o dar un consejo estas tratando de imponer tu manera de ver las cosas a otra persona sea bruscamente o amablemente es lo mismo….la moraleja que das es no hacer nada por los demas verbalmente entonces porque cada quien es como es y tienes que dejarlo a la deriva?(asi me lo tomo yo).
Gracias por tu mensaje. El artículo es extenso y enfoca el tema desde varias perspectivas psicológicas. Hay una gran diferencia entre opinión y crítica y la intención con la que se realizar el comentario es lo que marca esa diferencia. No se trata de NO opinar sino de comprender de dónde surge tú opinión y considerar si es algo que será de valor para otra persona o no. La crítica constructiva es una opinión que haces en favor de otra persona y para que sea constructiva la intención es ayudar al otro viendo su beneficio. El tema del artículo es la contemplación del origen de la crítica que nace en el interior y un aprendizaje muy temprano. ¿Hay gente que no critica? Sí la hay…. pero no es común. saludos
mucho tiempo atras he venido pensando el por que ese mal habito tan arraigado en nosotros como sociedad, ahora lo comprendo tiene sentido todo lo que escribes en tu blog muchisimas gracias por compartirlo de verdad me ha ayudado mucho…..
Creo que la peor crìtica y la mas destructiva es la que nos hacemos a nosotras mismas. El momento que nos amemos y aceptemos tal cual somos, aceptaremos a los demàs tal cual son. Fàcil decirlo … pero muy difìcil llevarlo a la pràctica. Justamente todas esas programaciones que ingresaron a nuestro disco duro cuando èramos pequeños es lo que marca nuestra conducta actual. Sin embargo, nada se pierde intentando cada dìa liberarnos de esa herencia y reprogramando nuestra mente.
a veces creemos ayudar a una persona que en realidad esta mal su comportamiento por ejemplo con sus hijos pero se molestan y nos sale el tiro por la culata por eso es mejor no decir nada
Como siempre un artículo excepcional, me hace reflexionar y deja un buen aprendizaje. Poco a poco hay que ir superando, nada de críticas.
Muy interesante. Tomas distintos aspectos: la psicología, las emociones hasta la idiosincracia de las personas y los países. Y sostenido por citas de autoridad.
Muchas gracias por tu aporte
Un artículo claro, interesante y profundo.
He caído muchas veces en la crítica de la que tu hablas.Muchas veces no se puede dejar pasar ciertas cosas que cuando las ves son evidentes en sus errores, como por ejemplo el caso que tu hablas de la sra y el bebé…
Esto me recuerda cuando estuve en Chile y vi en un supermercado el maltrato de una madre a su hijito pequeño de apenas unos dos añitos de edad, sin nada de vergüenza lo insulto con las palabras mas groseras que pudo y le abofeteo en la cara dos veces para que se esté quieto y no llore, el niño quería comer y pedía su biberón.Yo no pude contenerme ante esto y le llame la atención a la sra sobre el trato tan duro para con su hijo…..y esto me causó problemas con la gente que estaba al lado, me dijeron que para que me metía que ella como madre sabrá como educa y atiende a su hijo….y, bueno ya sabrás que….me tocó pagar rápido y salir corriendo!! …..allí me puse a pensar y analizar en todo esto que tu escribes ahora y por ello el artículo llamó mucho mi atención.
Gracias por tu aportación
Un abrazo amiga.
Muy interesante lectura nos lleva a reflexionar como infuye el ambiente en nuestras vidas, el hogar en el cual crecimos comenzar por hacer una retrospección nuestra será un primer paso para crecer y ser mejores seres humanos.
Dios los bendiga
Muchas gracias.
Goy, excelente articulo, ademas muy cierto, creo a todos nos gusta «criticar» y aunque no comentemos con otras personas ,sobre tal o cual cosa, nuestros pensamientos si critican. Seria ideal que muchas , muchas personas lean este articulo, yo tengo mucho que reflexionar sobre este tema. Asi mismo en un centro comercial un niño con rabieta, sus gritos, molestaba a las personas que estaban cerca, el padre iba detrás del niño repitiendo, «tranquilo Pablo, tranquilo Pablo, tranquilo Pablo, una señora le dice «que considerado con su niño», El responde no sra Pablo soy yo. Muchas gracias por tu aporte.
muy bien gracuias