Todos hemos caído en este juego. Sí, ¡un juego! Pero no te asustes por la palabra “juego”, entendamos algunas cosas primero. Hemos considerado a este encuentro como de los más sagrado y maravilloso, nos ha llevado por una montaña rusa de emociones y todo ¿para qué? Necesitamos comprender que la vida misma es una prueba, un juego de la existencia. Claro, usar la palabra “juego” le quita importancia o valor, pero está lejos de ser así. Nuestro condicionamiento físico-mental-emocional nos ha llevado a creer que el amor es algo que viene a través de otro. Como es lo que más buscamos todos, nuestra atención se vuelca a buscar ese alguien especial. Conocemos alguien y pensamos: “¿será este?” luego otro y pensamos lo mismo y así pasamos hasta que decidimos asentarnos en una relación y muchos se casan, otros se juntan, pero la idea es que estamos buscando lo mismo: amor. Entonces, necesitamos entender qué es el amor pues algo, en nuestro ADN, nos impulsa a buscarlo.
Brevemente comenzamos con la atracción. Eso sucede en toda la existencia de la dualidad pues para la supervivencia de las especies y la procreación, se necesita la atracción. En el caso de los humanos, continuamos con el enamoramiento, una etapa interesante que se siente como vivir con mariposas en el estómago. Es la etapa del atontamiento pues uno pasa volando en el pensamiento volcado hacia el otro. Es una etapa hermosa, quizás la más hermosa de todas, y también es muy irreal pues, generalmente, se trata de una proyección de lo que uno desea ver en el otro para considerarlo adecuado para una relación. Luego, si pasan algunos años, llega el hábito. En este punto, la relación ha creado una tercera energía que es la forma que toma la relación. Para unos será maravilloso, para otros tormentoso. Hay lazos de dependencia y no se sabe qué hacer, sobre todo en el caso de la relación tormentosa. Golpes vienen y van, amores vienen y van y ahí seguimos sea por el placer sexual, la carencia afectiva, los hijos, la falta de autoestima o la necesidad económica. Hay muchas razones más para quedarse en una buena o mala relación. ¿Dónde está el amor? ¿Qué es el amor? La experiencia natural del amor que tenemos, en parte, viene por instinto y en parte por aprendizaje. Lo interesante es que nos asentamos en esa experiencia básica de amor y no consideramos que hay niveles de amor que podemos lograr en el camino de despertar interior. Nos hemos quedado en el hábito del amor eros, un amor desde el yo, para satisfacer al yo y creer que el otro nos puede dar lo que necesitamos para experimentar la fuerza del amor.
Es la dinámica más común y menos profunda del amor. No es ni buena ni mala, es simplemente la realidad que conocemos y en donde la mayoría nos quedamos. ¿Por qué? Pues porque nos conformamos con lo que conocemos y porque no sabemos que el amor tiene dimensiones, al menos de manera consciente. Vemos a grandes maestros lograr niveles de amor que nos parecen extraordinarios y creemos que son especiales, diferentes y eso no está a nuestro alcance. ¡Estamos equivocados! Sólo la pereza existencial nos impide llegar a mayores dimensiones de amor.
Si es la energía más poderosa de la existencia, merece mucho más que poemas sensibles y declaraciones de amor… ¿Por qué nos quedamos en las lindas sensaciones y no vamos más allá? ¿Parece suficiente sentir algo lindo por alguien? Sin duda, eso parece satisfacernos lo suficiente como para no profundizar en el tema. Pero podríamos sumergirnos y navegar en las dimensiones del amor. Claro, no sucede gratuitamente y sin esfuerzo. La dualidad no nos iba a poner fácil el camino de la realización. Una cosa al menos la tenemos clara y es que todos buscamos amor, eso es de lo más común que tenemos los humanos, aunque lo vemos en todos los reinos.
¿Crees realmente que, si el amor es lo más poderoso del Multiverso, se va a limitar a la experiencia eros, egocéntrica? “El amor mas noble y puro es la expresión de nuestra luz interior.” Esto lo recibí de un ser de luz hace muchos años. Suena bonito, así como: “solo con el corazón se puede ver claro, lo esencial es invisible para los ojos” de la obra El Principito. Esta frase es famosa, nos llega, sin embargo, no tenemos claro lo que significa ver con el corazón. En realidad, nos llega porque una parte nuestra sabe de qué se trata pero los cables están sueltos y no podemos manifestarlo. Es difícil llegar a eso pues no se refiere al corazón del deseo sino a la luz interior que, desde la profundidad del 4to chakra, anahata, nos conecta con la dimensión espiritual. Todo está en nuestro interior, todas las respuestas. Eso también lo sabemos. Aún así, en el mundo de las Flamas Divinas, noto que el 99,99% de las personas hacen consultas a terceros para ver si es su flama divina. No sabemos como mirar adentro, desconfiamos, tenemos miedo de la respuesta. Es por algo que aparecen estas llamitas gemelas, no es para enfocarnos en la pareja ideal, por favor, dejemos los cuentos de hadas a un lado. Este encuentro viene a sacudirnos para despertar a dimensiones más profundas y espirituales del amor. Por eso son encuentros que se dan a distancia, no son fáciles. Quienes gozan de una relación fluida y armoniosa, están frente a un alma gemela, no la flama divina. ¿Cómo crees que vamos a lograr cambios de conciencia si no es a través de un fuerte sacudón? Y ese es el principal propósito de este encuentro: ayudarnos a despertar a las dimensiones espirituales. Ayudarnos a llegar a la dimensión del amor incondicional. ¿Crees que eso llega así no más? La kundalini de ley tiene que despertar para llegar a ese entendimiento aunque nos tome el resto de la vida lograr manifestar esa comprensión a través de la integración que necesitamos hacer de nuestra esencia espiritual con la manifestación mundana.
Entonces, he observado que la mayor parte de personas que creen estar en el sendero de encuentro con su llama gemela, se quedan en la desesperación por ser pareja de su llama en vez de aprovechar la oportunidad, en caso que sea su llama, de activar su propio despertar. Ese deseo y la desesperación son parte del proceso, pero se estancan porque ponen su atención en el proceso menos beneficioso de este encuentro. Abramos la mente, hay mucho más en este viaje que quedarse en el juego del amor romántico.
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