Tras un par de semanas de silencio retomo al blog para compartir las experiencias que ayudan a fortalecer el contacto con el ser interior. Justamente, esta ausencia es consecuencia de haber pasado por momentos muy complicados que me trajeron muchos cuestionamientos y en los que pude notar, además, los efectos de la desconexión interior. Me he preguntado cuál es la naturaleza real del ser humano y para qué está diseñada. Sin duda, todo lo que vemos que hacen los humanos habla de su capacidad para el bien y el mal, pero, ¿qué es lo natural? Tenemos buenos momentos y malos momentos, cosas buenas y cosas no buenas, pero, ¿hay quizás un rango que pueda determinar aquello que es natural para la mayoría? Considero que hay ciertas cosas que todos buscamos que señalan la tendencia natural. Buscamos el amor, la felicidad, la paz, la armonía, la libertad, hablando en términos generales. No nos gusta, necesariamente, los conflictos, las guerras, el sometimiento, el maltrato, el abuso, vivir en ansiedad, miedo y desconfianza. Entonces, lo interesante es que buscando tanto lo primero, como humanidad, estamos viviendo más de lo segundo. Algo sucede que nos impide vivir en lo que es natural para nosotros. Y ese algo se está haciendo evidente para la humanidad y, por eso, está buscando un cambio, pues la edad oscura de sometimiento y manipulación ya acabó. La gente está despertando sino que es un despertar lento porque implica hacer cambios muy grandes para los que la mayoría no está del todo lista.
En estas semanas enfrenté algo que me quebró en mil pedazos el piso sobre el cual he caminado con solidez, confianza, y seguridad por mucho tiempo. Por un momento pareció que estaba sumergida en una batidora. El impacto fue tan grande que entré en lo que he llamado el «estado de amortiguamiento», que es como que me desconectaron de la corriente por donde pasaba la fuente de vida. Es, sin duda, un mecanismo de defensa frente a una experiencia nueva que me dejó atónita. Absorta en el shock, perdí noción del tiempo, de mi misma, y de lo habitual. Recuerdo haber estado así al menos una sola vez antes, cuando regresé al Ecuador, luego de mis estudios, sin el deseo de hacerlo. No recuerdo la secuencia de eventos pero, lo que ahora recuerdo, fue que entraron a robar en mi departamento. No tenía mayor cosa. Estaba recién llegada y tenía mi ropa, un teléfono que me regalaron mis amigos, un dragón y un VHS, el equipo de música y todos los cds de años de coleccionarlos. Había salido a un evento inaugural de mi mamá. Al regresar, la puerta de mi departamento estaba abierta. Entré algo aprensiva y, lo primero que vi, fue mi cuarto con todos los cajones al piso y la ropa regada. Ese instante sentí un espasmo interno y un bloqueo lleno de asombro. Los ladrones se llevaron el VHS, el teléfono, el dragón y, prácticamente, todas mis camisetas. Eran unas camisetas tie dye que, para mi, tenían mucho significado pues era mi conexión con aquel lugar que me había dado tanto y en donde se encontraban los amigos con los que compartí una etapa muy importante de mi vida. Justo unos días antes de este evento, aparecieron unos alacranes en el departamento. Al haber estudiado simbolismo, sabía que me estaban anunciando el cambio, una especie de muerte del pasado que tenía que dejar atrás para seguir adelante. Yo, obviamente, no quería dejar ir ese pasado porque estaba nutrido de muchas experiencias maravillosas. Las camisetas eran testigo de esas experiencias. Así me vestía y lo sigo haciendo. No pude soportar que se me hayan robado las camisetas, eran mi mayor tesoro. El resto no importó, pero las camisetas eran mi conexión con ese lugar. De pronto, perdí esa noción del aquí y el ahora, no me hallaba en el tiempo, me quedé sin piso y en una crisis de atropellamiento, invasión, desconfianza y desolación. Estos sentimientos han vuelto a suceder en este segundo episodio. Estuve totalmente perdida en el tiempo. Es una sensación desagradable en la que todo se pone en “stand by” como pendiendo de una nube. Esto me llevó a pensar en los shocks, contra natura, que recibimos en etapas de la vida para sacudirnos, removernos, probarnos y golpearnos. Pensé también en los efectos de recibir estos golpes en la niñez y su efecto sobre el desarrollo psicológico conforme estos niños van creciendo. Para sobrevivir hay que encontrar un refugio y, generalmente, ese refugio nos aísla de nosotros mismos. Entendí la dificultad que estos seres tienen, en su edad adulta, para ser funcionales en sus relaciones. Y como bien lo dijo Frederick Douglass: “Es más fácil construir un niño fuerte que reparar un hombre roto.” Esto, sin duda, es una verdad innegable porque la he visto en personas que conozco, pacientes y, porque en mi propia vida, observo las cosas que marcaron la niñez, lo arraigadas que están, y lo difícil que es superar algunas de ellas.
Muchos hemos escuchado que la crisis es una oportunidad y, sin duda, lo es. Vivimos aletargados por el hábito, el mismo que tiene su lado bondadoso de darnos estabilidad, entre otras cosas. Pero su lado oscuro es que nos acostumbra a una cierta comodidad que no incentiva una búsqueda más profunda ni es generadora de cambios. Entonces, viene una crisis, un shock, un golpe que nos remueve de tal manera que empezamos a considerar otras cosas. Las crisis no solo son una oportunidad, como generalmente se ha escuchado, también son una prueba y de alto calibre. Recuerdo los efectos de la auto-observación durante esta situación y que me reflejó la capacidad para manejar la situación en su momento, aunque luego, en el estrés post-traumático, me haya derrumbado. Eso me ayudó a darme cuenta de la capacidad para estar presente en la situación y conectada con la fuerza de mi conciencia, aunque, como mencioné, después del impacto sentí esa desconexión, ese estado de amortiguamiento, que sirvió para reubicarme en la realidad del momento. Esta vez acudí a las Esencias Florales porque sentí que sola no lo iba a poder resolver en corto plazo. Tomé la esencia Chamomile y la esencia Bleeding Heart y vaya que hicieron efecto muy rápido. Al siguiente día de consumirlas estuve más tranquila, pude dormir mejor y empecé a sentir el contacto con mi interior nuevamente. Sentí el poder que tienen estos extractos sutiles y me sentí muy agradecida de tenerlos cerca. También intenté meditar para volver a mí centro pero no pude, esto me costó porque estaba fuera de mí. Esto me llevó a considerar por qué es difícil, para tantas personas, realizar la práctica de la meditación. Entendí que, al estar desconectados, por cualquier motivo que sea, se vuelve muy difícil ingresar en el interior. Es como que el alma entra en shock y se sale del cuerpo. Para esto existe lo que los shamanes llaman: la recuperación del alma. Es un proceso por medio del cual se le invita al alma a regresar al cuerpo creando el enlace adecuado para que su regreso se de. Esto me pareció muy interesante y lo había olvidado porque no ha sido mi caso, pero sí es el caso de mucha gente que, por diferentes traumas o shocks, permanecen desconectados de su interior. Y, no hay nada que ofrezca una mayor tranquilidad y «solidez» que ese contacto con uno mismo a niveles internos, no solo hacia afuera.
Este tipo de reacciones que nos desconectan suceden, por ejemplo, cuando se tiene una disputa con la pareja y nos presentamos fuertes para enfrentar la situación, pero luego, cuando estamos solos nos quebramos en un llanto desconsolador. Y es que, realmente, nos necesitamos, necesitamos de la fortaleza que tengamos internamente para manejar y/o superar algo. Esta reacción también sucede luego de, por ejemplo, un tsunami, un terremoto o alguna desgracia natural en que, en el momento que sucede, necesitamos estar fuertes y atentos al momento presente y, cuando ya estamos en una zona de seguridad, nos quebramos para dejar ir el estrés al que estuvimos sometidos.
Es importante recordar que tenemos esa fortaleza interna. Es quizás más consciente y más fuerte en aquellas personas que se han relacionado con su interior continuamente pero, de todas maneras, esto es algo que existe en todos y, en estos momentos, es cuando lo podemos conocer de mejor manera. Ya han pasado un par de semanas y todavía siento que la angustia se presenta a ratos, ejerciendo su poder para desconectarme de la fortaleza interna. Eso me lleva a actuar a veces impulsivamente y a la defensiva, pero, al no dejar de observarme puedo notar con claridad cuando surge y me aliento para volver a respirar y encontrar mi centro nuevamente.
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Hola Goy
Uyyyyy si es tremendo pasar por esa situacion, la describes perfectamente! y si toma tiempo volver a nuestro estado original, lo importante es que sirve para hacer los cambios que son necesarios, pero que duro es!
Saludos
Silvana
Muy buena la nota, me tocó muy muy de cerca, me identifiqué mucho, hace alrededor de 10 días que estoy en ese estado de crisis, impactada, quebrada… Necesito recuperar el alma, me sacaron de golpe de la famosa «zona de confort» a la que refieren los psicólogos y enfrentar la vida se me está complicando. A ponerle fuerzas! Gracias!
Gracias Goy! Creo que no es fácil reconocer cuando pasamos por esas etapas que no son «cómodas» para nosotros; mucho menos recordar y compartir. Esto es algo muy valioso paralas personas que podemos estar pasando por momentos similares; saber que no somos los únicos y que esto también pasará!
las reflecciones arriba descritas hacen girar tu interior a tal punto que en algun momento te desconectas de tu realidad y quieres retroceder el tiempo a pasos agigantados y encontrarnos a nosotros mismos.