Nacemos a este mundo inevitablemente con un ego. La mayor parte de personas tiene alguna noción de qué es el ego. Aún así, son pocas las que hacen conciencia del impacto que genera sobre el mundo que les rodea y, por eso, enfrentamos gran cantidad de problemas en las relaciones del humano con todo, sea otros humanos, naturaleza, animales y demás. En este artículo intentaré aclarar el tema del ego y qué podemos hacer para incluirlo en nuestra vida de una manera saludable.
El ego es el motor de la personalidad, la misma que vamos formando desde que nacemos. Se desarrolla en nuestras vidas tanto por aprendizaje como por tendencias naturales. En cierta manera es acertado decir que necesitamos desarrollar un «ego» fuerte para sobrevivir la niñez y buscar nuestro espacio en la comunidad. Sin embargo, eso es acertado sólo desde la perspectiva gobernada por nuestra idiosincrasia y la costumbre social que se enfoca en el mundo de la materia y los sentidos físicos. Si, en cambio, desde pequeños nos enseñasen que el ego es una herramienta para despertar nuestra verdadera esencia y aprendiésemos a cultivarnos de adentro hacia afuera, otro sería el cuento de la humanidad. Partiremos de la realidad que compartimos la mayoría y, de ahí, ofreceré algunas alternativas de cómo reconocerlo y qué hacer.
Nacemos y crecemos interactuando con nuestro medio. Mamá y papá guían nuestra educación, nos corrigen de acuerdo a lo que ellos aprendieron qué es lo correcto o no y repiten patrones afectivos que impactan nuestra naturaleza. Eso genera sucesivas reacciones que van creando una historia que se marca y se guarda en nuestro subconsciente en distintas capaz de profundidad. El ego es el reconocimiento de un «yo» individual y separado del resto que pronto se hace evidente en nuestras vidas. Nuestro cerebro repitiliano, que se activa en los primeros años de vida, acentúa la noción de separación que se evidencia en la actitud de «esto es mío», «es mí mamá, es mí papa». Claramente, nos vemos separados y la noción del «yo» es indiscutible. La niñez nos sirve para encontrar un espacio en la familia y algunos motivos para existir. Ese espacio y esos motivos pueden ir desde lo más duro y oscuro hasta la satisfacción plena de sentirse amado y de gozar del estímulo de la naturaleza esencial sin involuntarios atropellos traumáticos. La adolescencia nos sirve para identificarnos con un grupo de amigos que está en la etapa de potenciar su voluntad individual por sobre la autoridad de los padres. Luego viene la etapa de ubicarnos en la sociedad y de reencontrarnos con nuestra esencia primordial si es que nos damos esa oportunidad. El ego es lo que más llegamos a conocer de nosotros aunque no exprese lo que somos de verdad. Basamos nuestra existencia en el cuerpo, lo que pensamos y lo que sentimos y tiene sentido pues es lo más evidente todo el tiempo de nuestra vida. Cuerpo, mente y emociones forman nuestra personalidad y el ego es su gobernante. Este se manifiesta de muchas maneras. Las características oscuras del ego son: el orgullo, la envidia, el celo, la posesión, la inseguridad, el deseo de poder, el prejuicio, la superioridad, la codicia, el apego y así sucesivamente. El lado lumínico del ego estará siempre vinculado al despertar del alma y el dominio de la auto-satisfacción y su lado oscuro. Vivimos tan ego-centrados que nos cuesta salirnos de nosotros para ver el mundo con ojos ajenos, por eso, también nos cuesta ser totalmente objetivos sobre nosotros mismos. En nuestro universo todo está tan mezclado que no sabemos dónde empieza algo y dónde termina. Quisiera aclarar que la auto-satisfacción no es mala en sí misma porque por algo tenemos los sentidos. Lo que nos pone a prueba, en este tema, es más bien todo lo que somos capaces de hacer para lograr ese objetivo y la obsesión por permanecer en la complacencia de uno mismo. Solo basta con observar la dinámica mundial y la manera en que se comportan muchos grupos políticos que usan esta plataforma para enriquecerse fácilmente sin medir las consecuencias. La codicia se manifiesta en su máxima expresión en estos casos y la realidad que es capaz de crear lo podemos vislumbrar en la historia de Sodoma y Gomorra. Bien le dijo Yoda a Luke: «La fortaleza de un Jedi fluye de la Fuerza. Pero cuidado con el lado oscuro: Ira, temor, agresión; de la Fuerza del lado oscuro son. Fácil fluyen rápidos a unirse en el combate. Si una vez tomas el sendero del lado oscuro para siempre dominará tu destino. Te consumirá, al igual que lo hizo con el aprendiz de Obi-Wan.» Y, en nuestras vidas cotidianas es igual, cuando nos gana el orgullo, el deseo de brillar o de ser importantes, simplemente genera conflicto o ¿no te ha sucedido a ti o a tu alrededor en el ámbito laboral, en las relaciones íntimas o en amistades? Entonces, tenemos mucho que hacer con ese lado oscuro que fácilmente nos puede someter!!!
Cuando tenemos hijos nos sale naturalmente el ejercicio de extendernos más allá de nosotros al pensar primero en ellos y sus necesidades. Sin embargo, aprender a salirse del propio universo, en otras circunstancias, requiere de mucha paciencia, atención, observación y aplicación de una conciencia universal que hay que encontrar en nuestro interior. Cada uno de nosotros ve la vida de una manera particular basada en el aprendizaje, la experiencia y el condicionamiento. La mayor parte del tiempo creemos que los demás van a entendernos sin reconocer que cada ser es su propio universo. Muchas veces he dicho que la historia de uno es la historia de todos y me mantengo en esto desde la perspectiva que todos experimentamos los mismos sentimientos de alegría, tristeza, deseos, necesidades, amor, ira, miedo y demás. Sin embargo, la manera en que cada uno maneja su historia es algo «personal» y eso hace que sus creencias y valores difieran de nuestra visión individual. En el fondo buscamos alguien que nos comprenda, que nos ame como somos sin siquiera tener claro lo que somos. ¿Qué tan justo es pedir a otra persona que me ame con mis iras porque soy así? Mientras más desarrollamos la auto-observación más fácil trincaremos los impulsos del ego y así aprenderemos a ponerlo en su lugar. El ego, finalmente, es el peor enemigo de nuestro lado humano pero, asimismo, es el aliado de nuestra alma. Suena raro esto pero es porque difícilmente vamos a encontrar una mejor herramienta para despertar nuestro altruismo y esencia espiritual que reconociendo y dominando los impulsos del ego.
Si bien he dado algunas opciones sobre cómo reconocer y trabajar con el ego, en este video me enfoco más en el tema. Muchas gracias por visitarnos hoy y te invitamos a que compartas el blog con otras personas, suscríbete a los boletines y al canal de youtube para mantenerte informad@. Hasta la próxima