Ultimamente he contemplado muy de cerca esta idea de ser fiel a uno mismo. ¿Qué significa? ¿Por qué tendría alguna relevancia? ¿Dónde la encontramos? ¿Qué tanto lo hacemos con los demás y qué tanto lo somos con nosotros mismos? Observé algunas reacciones en otras personas y en mí interior. Noté las veces en que se hacía o se decía algo sin que realmente esté anclado en el motor de la voz interior. Se lo puede notar, intuitivamente, en otras personas y, en uno mismo, depende del grado de contacto interno para poder discernir. La observación sólo señala una dirección que permite acceder a cierto nivel de entendimiento y ayuda a atar cabos pero no es suficiente. El siguiente pasó sería meditar sobre el tema entrando en la contemplación sensorial de la lealtad. Descubrí algunas cosas pero, primero, consideremos juntos lo que la lealtad puede significar y cómo la manejamos en nuestra vida. En general, entendemos que la lealtad significa ser fiel a algo o alguien. En los diccionarios se la define como un «sentimiento de respeto y fidelidad a los propios principios morales, a los compromisos establecidos o hacia alguien». Para la mayoría, la lealtad es un tema de mayor consideración hacia otros que hacia uno mismo. Pocos empiezan entendiendo la lealtad como un principio que inicia con uno mismo porque el adiestramiento que hemos recibido es siempre en función de lo externo como algo prioritario. Lastimosamente, muchos creen que como los demás no pueden, realmente, saber lo que uno guarda, se puede manipular el tema de acuerdo a la conveniencia. Entonces, la lealtad queda en el aire y así vivimos sin el respeto y el valor que se merece. En muchos casos es más fácil ser fiel a otra persona que serlo a uno mismo porque, para serlo con uno mismo, se necesita tener claro quien se es y a que se le es leal. Todo lo que es hacia afuera, aparentemente, implica menos estragos que los internos pero no brinda lo que, naturalmente, estamos buscando. Para muchos la lealtad puede ser un tema de sumisión idílica en la que no hay cuestionamientos sino aceptación de lo bueno y lo malo. Por eso puede resultar un arma de doble filo porque siempre se dependerá de las otras personas y la falta de claridad en uno mismo. En el ámbito político, sobre todo, esto puede llevar a grandes desastres, en estos tiempos, puesto que es evidente que, en la mayor parte de gobiernos, el nivel de corrupción es demasiado grande e inmanejable. Serle fiel a un gobierno, a uno partido o un líder que sabe cómo manipular a la gente, sirve solo para desequilibrar. A pesar de las diferencias que puedan existir, si las cosas se manejaran con honestidad y transparencia, se podría lograr un consenso basado en algo más auténtico. Pero, el ser humano promedio es muy manipulable (mente frágil) por los líderes (mentes fuerte), sean «buenos o malos». En tal caso, aunque hay que mencionarlo, no es el enfoque del tema de este artículo así que regresemos a la lealtad con uno mismo.
En las varias meditaciones que realicé al respecto me encontré, claramente, con la misma respuesta. La lealtad se relaciona con escuchar y manifestar lo que la voz interior dicta. Aquí hay que desmenuzar un par de cosas. Para comenzar, si se trata de seguir lo que dice la voz interior, necesitamos entender a cuál de todas las voces internas nos estamos refiriendo. Nosotros tenemos muchas voces internas y pensamos que todas se refieren a nuestro verdadero ser. Esto no es así. De acuerdo con Roberto Assagioli, fundador de la Psicosíntesis, nosotros tenemos muchas voces internas a las que llamó subpersonalidades. Son aspectos que nos pertenecen pero que al mismo tiempo tienen vida propia, como actores que representan su propio papel dentro de nuestra psique. Partes nuestras que se expresan con su propia postura corporal, gestos, sentimientos, formas de comportarse, sus propias palabras y frases y utilizan sus hábitos y creencias. Estas subpersonalidades pueden crear cantidad de contradicciones en nuestra vida, por ejemplo: una parte puede sentirse muy a gusto en soledad, meditando en la naturaleza o reflexionando sobre la filosofía de vida propia; y otra prefiere estar rodeada de gente, disfrutando de la comida y bebida e identificándose como el centro de la fiesta. Las subpersonalidades más corrientes y obvias reflejan los papeles que hemos representado en el pasado o que representamos actualmente en nuestras vidas: el niño, el amigo, el amante, el padre, el maestro, el médico o el funcionario. Otras pueden ser héroes de fantasía, figuras mitológicas o, incluso, animales. Una de las tareas importantes de la psicosíntesis es identificar e integrar las subpersonalidades en un conjunto dinámico que funcione armónicamente. El mapa de Assagioli sobre la personalidad humana reconoce de manera explícita la espiritualidad, e incluye el concepto del inconsciente colectivo junguiano. Señala que sólo existe un Ser, pero que este Ser personal es la reflexión más accesible del Ser Transpersonal cuyo punto de unión es la Voluntad.
Entonces, con tantas voces internas, ¿cómo sabemos cuál es la que hay que escuchar? Con solo considerar esto podemos notar por qué es más fácil el tema de la lealtad a personas o cosas externas a uno. Aún así, no hay nada como llegar a la voz principal en nuestro ser, la voz del Ser Transpersonal o Ser Superior. El camino para el discernimiento de las voces dependerá del tiempo que cada quien dedique a la relación con su interior. En tal caso, se puede llegar a un punto en que se distingan estas voces y, sensorial o intuitivamente, se puede reconocer la voz principal. Todo es cuestión de discernimiento del proceso interior. La meditación es la herramienta más poderosa que podremos encontrar en este camino. Justamente eso considerábamos en la meditación reciente cuando veíamos que una cosa es sostener el concepto del diccionario y otra es buscar la «definición» en uno mismo. Si bien la búsqueda interna se basa en el concepto que viene de la definición, al investigar y observar, detenidamente, nuestro comportamiento y la relación con, en este caso, la lealtad, se descubre mucho más de lo que jamás antes se consideró. Recién ahí cobra brillo y vida el concepto. Una manera de identificar esa voz interior principal surge del resultado de lo que genera. Si se siente mucha armonía, liviandad, tranquilidad y claridad, es muy probable que se esté escuchando a la voz interior. Si, en cambio, existe picardía con alguna intención maquinada muy probablemente es la voz del ego. El Ser Transpersonal o Superior está alineado con la más alta intención de despertar espiritual. Nuestra naturaleza busca alinearse con la fuerza del espíritu, por eso es que cuando la escuchamos, sentimos esas sensaciones de armonía, paz y tranquilidad. Cuando es la voz del ego, podemos tener sentimientos mezclados y si bien, por un lado, busca satisfacer algún objetivo nacido de la discordia interior, por otro lado, podemos sentir la satisfacción de lograr dicho objetivo. Pero, generalmente, deja un sin sabor que confunde. Entonces, sí tenemos maneras de diferenciar sino que hay que pulir nuestra percepción para poder aclarar el origen de las voces internas.
Luego de discernir las voces interiores o, más bien, durante todo este proceso de descubrirnos, iremos reconociendo a qué necesitamos ser leales. Lo más complicado es el discernimiento de esas voces internas, luego hay que contemplar nuestras creencias y ver con qué realmente resonamos. Ya mencioné que lo que descubrimos en las meditaciones fue que hay que ser leales con la voz interior. ¿Qué entiendes por «interior»? Generalmente, entendemos que es adentro pero, ¿qué conoces de ese «adentro»? ¿Qué tan cercano te sientes de ti mismo? ¿Te das cuenta? Por cualquier lado que hablemos de conocernos a nosotros mismos nos dirigimos al mismo lugar: ¡adentro! Y ahí es donde menos tiempo pasamos. ¡Crisis a la vista! Realmente necesitamos hacer tantos cambios en estas sociedades modernas y no podemos seguir esperando que vengan de los que tienen el «poder» para hacerlo, estos cambios que nos ayuden a vivir más en armonía y en paz vienen de cada uno de nosotros. Cambios en nuestro nivel de consumo, el tipo de alimentación, las relaciones con los demás, lo que se enseña en los colegios y universidades y, sobre todo, la cultivación de la relación con nuestro ser interior. En otras palabras, necesitamos un cambio en todos los sistemas que han sido la base de nuestras sociedades castrantes del espíritu. Como estamos tan cómodamente adaptados a nuestra forma despreocupada de vivir, necesitamos hacer cambios paulatinos y poco a poco… Quisiera pensar que queda todo el tiempo del mundo para establecer nuevas direcciones pero, con todo lo que vemos que pasa en el planeta y la manera tan rápida en la que estamos acabando con el, como que existe alguna presión para cambios un poco más apresurados. Sin embargo, lo que hay que considerar con prioridad es el tiempo que tenemos en esta vida para poder acercarnos a nuestro verdadero ser. Es lo que más necesitamos, lo que realmente buscamos y estamos, como dirían por aquí: más perdidos que pulga en perro de plástico.
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Llegue aquí por un pequeño compromiso con el acto de los días lunes en mi liceo, soy la encargada de redactar algo para éste, bajo el valor de la lealtad, estaba buscando ideas, inspiración o base, y encontre esta columna, realmente tu redacción de todo, la conclusión, fueron realmente buenas, me llegó un tema que me parecía aburrido, a interesarme.
Pienso que la lealtad a uno mismo esta demasiado dejada de lado, priorizando demasiado al exterior, perdiendo uno la escencia por no pasar a llevar ni por un milimetro a otro, aunque este pensamiento siempre me hace sentir egoísta, observando esta generalidad. Creo está muy relacionado a la frase «No puedes querer a alguien sin quererte primero». Saludos desde el largo camino que sigo emprendiendo para el conocimiento interior.
kisiera mas articulos sobre superacion personal
Como cada artículo, me ha ayudado mucho. Gracias 🙂 lo comparto
Mil gracias por enviarme estos interesantes artículos que siempre me dejan muchas inquietudes y muchas veces llegan en el tiempo que las necesito.