¿Qué tanto de lo que vives a diario puedes considerar que es una ilusión? ¿Cómo determinas que algo es una ilusión y algo es verdad? Podemos decir que existe una verdad relativa y una absoluta. ¿Cómo podemos entender estas verdades? ¿De qué manera confundimos la ilusión con la verdad? Reflexionemos sobre estos temas. Iniciaré con la ilusión. La palabra ilusión nace del latín «illusio» y se refiere a una imagen sugerida por los sentidos que carece de verdadera realidad. En otras palabras, es un engaño a los sentidos. Aún así, la ilusión que hemos creado, colectivamente, es tan grande y fuerte que se ha convertido en una realidad. Considero que hay niveles de la «realidad» pues, la realidad y la ilusión se pueden convertir en la misma cosa, tanto como la realidad y la verdad, todo depende del lado del péndulo en que la conciencia se encuentre. Por ejemplo, una persona que tiene miedo a lo desconocido creará, en su mente, una serie de escenarios que cultivarán el miedo y lo harán más grande a pesar que nada esté sucediendo. En ese momento, su realidad es su miedo y lo que ha creado en su mente genera consecuencias en su salud. Ciertamente su realidad es toda una ilusión pero, al tener tremendas consecuencias, no podemos menospreciar sus efectos. Por otro lado, una persona que vive el momento presente (realidad de pocos), está con lo que es, sintonizada con su ser y cada instante. La realidad de esta persona es, de por sí, mucho menos ficticia que el primer ejemplo y podríamos decir que la realidad de esta persona responde a la verdad del momento. Ahora, entendemos también que existe una verdad relativa y una verdad absoluta. Una verdad relativa es consecuencia de la percepción de los cinco sentidos de una persona. Todos siempre estamos viendo verdades relativas pues se filtran a través de las creencias y los sentidos. Lo que una persona ve, no ve la otra, entonces, es una verdad relativa. Por ejemplo, imagínate que estas sentada en una habitación frente a otra persona y estás mirando, a través de la ventana, un hermoso paisaje. Tú le describes el cuarto, a la otra persona, en función de lo que ves y, la otra persona que está mirando los adornos de una pared, hace lo mismo. La percepción del cuarto es totalmente diferente para cada una. Esto es una verdad relativa. La verdad absoluta, en cambio, no puede ser percibida a través de los sentidos físicos. Si bien hay personas que dicen que no existe una verdad absoluta, todo depende de la definición que se le de. Por eso, podría definir la verdad absoluta como aquella que trasciende espacio y tiempo. Por ende, esta verdad puede ser entendida por una mente que ha logrado trascender el espacio y el tiempo, una mente que pueda navegar en dimensiones superiores de la conciencia. Usando el ejemplo del cuarto, la persona cerraría los ojos para abrir sus sentidos abstractos y entender la verdad del lugar en su totalidad, no los aspectos relativos que cada quien ha mirado. ¿Es esto posible? Claro que sí, pero se requiere mucha preparación para llegar a ese estado de fusión con un lugar y poder para asimilar su contenido esencial. Entonces, entendiendo que existe la posibilidad de ver la verdad de algo trascendiendo los sentidos físicos, podemos decir que la mirada convencional del cuarto es una ilusión y la mirada abstracta es la verdad solo por el mero hecho de haber penetrado en la esencia del ambiente. Si bien, gracias a la intuición, podemos percibir ese algo global de manera sensorial pero no muy definible, no es suficiente como para penetrar con claridad en su esencia. Necesitamos vaciarnos de nosotros para que la esencia del cuarto pueda penetrarnos. Eso no es algo fácil de hacer para el común de los mortales, pero no es imposible, requiere, como mencioné, entrenamiento y práctica disciplinada.
Otro ejemplo que capta claramente la manera en que hemos creado una vida alrededor de una ilusión es el dinero. Si bien puedes pensar que es esencial para nuestra vida, que sin el billete no se puede vivir, no puede haber creencia más absurda si nos ponemos a ver las cosas crudamente. El dinero es una creación del humano, el mismo que le ha dado un valor. El dinero en sí mismo no tiene absolutamente ningún valor. Nuestras vidas dependen de papeles marcados; ¿no es eso ridículo? Y más ridículo es todo lo que tanta gente hace por ese papel marcado. La gente cree tener poder con el dinero, y sí lo tienen pero, ¿qué tipo de poder es? Es un poder sobre algo o alguien más, y eso es un poder ilusorio. El verdadero poder es el que se tiene sobre uno mismo o, podría mejor decir, el que se descubre y se desarrolla internamente, en relación al mundo ficticio que estamos acostumbrados a crear y en el que vivimos. Ahora, todo lo que el dinero y el poder han creado se han convertido en una realidad que gobierna a billones de personas. Todos embrutecidos en ese juego del dinero y del poder, sea por tenerlo o por la falta de. ¿Te das cuenta de cuánto de lo que hace nuestra vida diaria está basado en realidades intrascendentes y ficticias? Una verdad que trasciende no tiene que ver con las conquistas externas tanto como con las conquistas internas. Otra cosa es que, a través de la conquista interna, manifestemos muchas cosas externas, pero entendamos que son consecuencia de un proceso interior. Otra ilusión con la que vivimos es la posesión. Creemos poseer cosas y personas pero, realmente, no poseemos nada más que una oportunidad de vida. Entonces, ¿qué es verdad? Todo depende del nivel de verdad al que desees llegar. Por ejemplo, una persona que dice su verdad está refiriéndose a un nivel de la verdad pues puede estar hablando de algo que siente que es verdad para ella, en ese momento, pero que, si logra profundizar en su ser y liberarse de las creencias que le llevaron a esa idea o percepción, puede llegar a reconocer que no ha sido su verdad sino consecuencia de lo que aprendió. Ese es un momento de impacto tanto positivo como negativo. Positivo por una realización más profunda y negativo por el impacto de la concienciación. Luego, nos sostenemos con una nueva verdad hasta que logramos ir más profundamente y nos vuelve a pasar lo mismo y así podemos pasar hasta lograr la iluminación.
El proceso que vivió Gautama Siddhartha hasta convertirse en el Buda es un gran reflejo de este mundo de ilusión que vivimos mientras no logramos la verdadera realización. Maya, la deidad de la ilusión, le tentó con todas las posibilidades y Buda no cayó en su trampa, por eso despertó. La lucha del proceso es con todos los demonios e ilusiones internas. Desde el entendimiento iluminado, mientras vivamos en la dualidad, viviremos en la ilusión. ¿Qué podemos hacer con nuestra ilusión? Sin duda las opciones son ilimitadas y cada quien tendrá que escoger según su criterio, sin embargo, podríamos reconocer la importancia de adiestrarnos. Estamos tan embebidos en el mundo exterior que potenciamos el cultivo de la ilusión sin llegar a nada más que la satisfacción momentánea del ego. No hay ilusión más grande que el ego y es la base de nuestra identidad. Entonces, al menos podríamos hacer un esfuerzo por reconocerlo, aquietarlo y domarlo. Lo reconoceremos a través de nuestros pensamientos y sentimientos cotidianos. Lo reconoceremos en la envidia, el deseo, la codicia, el miedo, la ira, la inseguridad, la superioridad, la arrogancia, la manipulación, la victimización, la hipocresía. Lo podremos reconocer en cualquier sentimiento dirigido que carezca de naturalidad. Lo podemos reconocer inclusive en el amor y el deseo de poseer, el deseo de controlar, el deseo de imponer. Está en todo lado así que no lo podemos ignorarlo. Lo que si podemos hacer es irle quitando su poder para que nuestra auténtica naturaleza empiece a manifestarse. Recordemos que somos seres condicionados por creencias aprendidas que limitan nuestra visión de las cosas. Para abrir nuestra mente necesitamos soltar muchas cosas que aprendimos. Solo con una práctica continua y disciplinada alcanzaremos el discernimiento necesario para ir saliendo de la ilusión. No te servirá de mucho la experiencia de otro pues sólo cuando tú lo vivas lo entenderás de verdad así que busca descubrirte. El camino es «culebrero» y vale la pena la inversión de tiempo en ti mismo.
Te dejo con este relato sobre la mariposa y Chuang Tzu del que se ha realizado varias interpretaciones. Recuerda suscribirte para recibir notificación de los artículos. Te agradecemos por compartir y expandir nuestros mensajes.
Una fresca tarde de primavera Chuang Tzu llegó a la orilla de un lago y se sentó a descansar. Al poco rato se quedó dormido y soñó que era una mariposa. La mariposa que una vez había sido Chuang Tzu se fue revoloteando por ahí, viendo que el mundo era hermoso y estaba lleno de flores y aromas. Al principio, a la mariposa que una vez había sido Chuang Tzu, le costó un poco adaptarse a las alas que le parecían demasiado grandes y poco manejables. Además, su cuerpo era tan liviano como un sueño y una suave brisa bastaba para arrastrarla varios metros y hacer que variara de rumbo. Pero poco a poco se fue acostumbrando. Aprendió a dejarse llevar y a aprovechar las corrientes de aire para desplazarse más cómodamente de flor en flor. La mariposa que una vez había sido Chuang Tzu enseguida aprendió también a libar las flores con su trompa extensible, y descubrió que el néctar era embriagador.
En un momento en que se estaba poniendo como el quico de riquísimo néctar, descubrió aterrada que a sólo un paso de ella acechaba un enorme camaleón verde que no había sido nunca Chuang Tzu, perfectamente inmóvil como una estatua del templo de Shao Li. Si hay algo que produce pánico a las mariposas es un camaleón. Y este camaleón, que no había sido nunca Chuang Tzu, estaba hambriento.
La mariposa que una vez había sido Chuang Tzu se quedó muy quieta, conteniendo la respiración y sabiendo que su vida pendía de un hilo finísimo. El camaleón que no había sido nunca Chuang Tzu y por tanto no podía sentir ninguna compasión ni afecto por la mariposa que una vez había sido Chuang Tzu, la vigilaba con el ojo izquierdo, atento a su más mínimo movimiento; pues para el camaleón que nunca había sido Chuang Tzu, la mariposa que una vez había sido Chuang Tzu no era más que comida.
Entonces llegó un ruidoso abejorro que tampoco había sido nunca Chuang Tzu. El camaleón dedicó al abejorro toda la atención posible con su otro ojo, el derecho. Y la mariposa que una vez había sido Chuang Tzu supo que tenía una oportunidad de salvar la vida.
Lo siguiente ocurrió en apenas una décima de segundo: el abejorro que tampoco había sido nunca Chuang Tzu, haciendo el mismo ruido que una avioneta perdiendo altura, hizo un quiebro en el aire sobre la cabeza del camaleón que no había sido nunca Chuang Tzu; y en ese momento el camaleón que no había sido nunca Chuang Tzu, disparó su larquísima y pegajosa lengua con la velocidad del rayo y lo atrapó; y entonces la mariposa que una vez había sido Chuang Tzu desplegó las alas y una ráfaga de viento la arrastró fuera del alcance del camaleón que no había sido nunca Chuang Tzu.
Y la mariposa que una vez había sido Chuang Tzu respiró aliviada. Su diminuto corazón latía desbocado mientras las alas la llevaban más lejos a toda prisa y se decía:
-¡Dios mío!, me he salvado de milagro. Estoy temblando como una termita. Tengo que relajarme y descansar.
Y la mariposa que una vez había sido Chuang Tzu encontró una cómoda hoja de junco en la orilla del lago. Se posó en ella con las dos alas muy juntas… y se quedó dormida. Entonces la mariposa que una vez había sido Chuang Tzu que soñaba que era una mariposa, soñó que era un hombre, Chuang Tzu, y por tanto no sintió miedo del camaleón y pudo dormir sin temor.
en mi el no usar redes sociales es porque se presta para que cualquier persona ocupe mis deseos y forma de vivir de acuerdo a lo que yo pienso para mi y no para el resto de las personas que no tienen nada que ver conmigo gracias