Esta semana estuve sosteniendo algo en mi atención a lo que le di algunas vueltas a nivel mental. Parecía que lo tenía claro pero no fue hasta que encontré el silencio interior que pude contemplar con más claridad aquello que era realmente esencial. Aún, en el proceso de profundización, hubo mucha distracción y bulla mental que impidió discernir, en primera instancia, el mensaje principal de las experiencias que trataba de comprender. Llegar a la esencia de algo implica realizar un proceso de profundización interior que pasa por etapas, capas o niveles. Podemos escoger vivir la vida en la superficie y asumir sus consecuencias tanto como vivir en cualquier nivel entre la superficie y la esencia con su respectiva resonancia. Mientras más adentro se va, menos ideas, menos palabras, menos conceptos van quedando. La esencia misma no se la puede identificar con nociones muy elaboradas pues termina siendo una experiencia sensorial abstracta. Supongo que puedo comparar con el proceso de degustación de algún vino. La persona que se convierte en una experta catadora empieza sin conocer nada sobre los sabores de los vinos, su cosecha, origen y año. Necesita acudir al lugar adecuado para ir aprendiendo el proceso de degustación de sabores. Si bien se sigue un proceso común, la experiencia de los sabores es personal. Esta persona necesita desarrollar la fase visual, la fase olfativa, la fase gustativa y, finalmente, la fase de síntesis. Llegar a ser un experto catador puede tomar mucho tiempo. Se requiere práctica, sensibilidad, atención, concentración y conocimieto. Y, aún el experto, no puede identificar la cosecha con solo ver. Necesita realizar el proceso de profundización para llegar a la esencia. Igual es en el proceso interno. Sostener una idea en la mente es como estar en la fase visual. Si uno se queda ahí podrá obtener alguna información pero no la completa ni la que busca. Decidir sentarse a meditar sobre algún tema es como entrar en la fase olfativa pues se percibe que puede haber algo más que contemplar y hay que aquietar la mente para conectarse con lo que se desea contemplar. Luego, mientras más atención se ponga en una sola cosa más podrá sumergirse en su esencia. Pero quedarse ahí no basta, hay que llegar a la fase gustativa que sería el discernimiento de los sabores o el discernimiento de la experiencia. Habiendo pasado por los diversos pasos se puede llegar a esa esencia que es la clave para el entendimiento de algo.
En la meditación del sábado empezamos por aquietar la mente, luego les sugerí que hagan una recapitulación de las últimas semanas y que permitan que las experiencias más prominentes o importantes surgieran a su pantalla mental interna. Luego observamos la manera que reaccionamos y de dónde surgieron las reacciones. Nos quedamos observando un rato las dinámicas internas relacionadas a las experiencias. Luego, les invité a que se desprendan de lo que vieron para encontrar un silencio más profundo. Nos quedamos ahí otro rato y después les dije que vuelvan a ver qué, de lo que surgió la primera vez, seguía siendo importante. Luego, observamos qué era realmente lo importante de esa experiencia. A veces se puede llegar a la esencia abstracta de ese algo, a veces no. Esto requiere práctica en la capacidad de discernimiento y apertura a la información abstracta simbólica.
Haber llegado a ese momento de degustación interior resultó muy clarificante. Esto puede llegar no solo a través de la meditación sino a través de cualquier tipo de abstracción de la mente. Mientras escribo, por ejemplo, cuando la idea queda en el aire, tengo la necesidad de regresar a ver al fuego de la chimenea, olvidarme de lo que estaba escribiendo, como si eso permitiera un reordenamiento interno. La atención es absorbida por el fuego y espera silente hasta que surge el hilo del pensamiento que permite la expresión de una idea. Este es un nivel de abstracción que funciona para cierto nivel de comprensión. Para profundizar más si resulta mejor entrar en una meditación de enfoque interno en el que se pasa por esos niveles que van llevando más adentro cada vez.
Llegar a la esencia es como llegar a la clave del asunto, de ahí su importancia. Los niveles más superficiales solo señalan el camino pero no son la meta. Poder discernir qué, de lo que nos sucede, es importante para nosotros ya requiere un tiempo de contemplación que es valioso. Podemos notar el grado de importancia de acuerdo al tiempo que consume nuestra atención. Pero, aún eso requiere discernimiento pues puede estar en nuestra atención por algo momentáneo que nos ha sacudido o por algo de mayor importancia. El desarrollo de la sensibilidad interior requiere mucha práctica y continuidad. Esta, a su vez, se vuelve una herramienta fundamental para el discernimiento. Así que, sin juzgarnos, podemos notar qué tan cerca de la esencia de nuestras experiencias importantes queremos llegar y, definiendo eso, dedicarle el tiempo que requiera para obtener lo que buscamos.
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Muy interesante y bien explicado me interesa su contacto gracias so me tiene en cuenta