La Permacultura fue diseñada por Bill Mollison y David Holmgren, en los años 70, con el afán de crear diseños sostenibles que funcionen tanto para los seres humanos como para la naturaleza y los animales. Es un sistema que busca vivir en armonía con los medios que disponemos para la existencia. Esto implica entender cómo funciona la naturaleza y fluir con ella en vez de explotarla y dañarla. Implica usar los recursos naturales, de la mejor forma posible, sin generar desperdicios innecesarios. Por ende, se recicla, se reutiliza y se reduce, generando un consumo responsable, algo que la mayor parte de la gente, en el planeta, ha olvidado. Un consumo es responsable cuando una persona toma conciencia de los recursos esenciales que apoyan la subsistencia y utiliza solo lo que necesita sin excederse inapropiadamente. Esto se puede referir al consumo de agua, energía eléctrica, la producción adecuada de alimentos sin explotación de los recursos naturales, ser conscientes de la comunidad, la convivencia basada en principios de cooperación en vez de competencia. La Permacultura se pude entender como una cultura permanente sostenible, una agricultura permanente orgánica o, mejor, una mezcla de una cultura sostenible que aprecia la agricultura orgánica y que utiliza los recursos naturales de forma cuidadosa y atenta. Según Bill Mollison, la Permacultura es un sistema de diseño para crear un ambiente humano sostenible usando las cualidades inherentes, de plantas y animales, combinadas con las características naturales de los paisajes. Hace hincapié en la importancia de la observación de los ecosistemas, la sabiduría contenida en los sistemas de cultivo tradicionales y el conocimiento tecnológico. Masanobu Fukuoka, por su parte, lo explica en su libro The One Straw Revolution diciendo que la Permacultura es una filosofía de trabajo con la naturaleza en vez de en contra de ella. La observación prolongada y meticulosa de la misma permite crear diseños funcionales que sean ecológicamente apropiados y hasta económicamente viables. Es necesario mirar a las plantas y a los animales en todas sus funciones en vez de tratarlos como un producto individual y único. Al observar la interrelación de todos los elementos se potencia su capacidad de producción en beneficio de todos, incluyendo aves, animales, árboles, insectos y humanos. En este sistema hay un reconocimiento de la unión de todo en el Planeta. La mayoría de insectos son necesarios para una tierra fecunda. Las abejas son extraordinarias polinizadoras y esto mejora la producción de frutos y vegetales. Desde las bacterias y los hongos hasta los excrementos de gallinas y caballos, nutridos naturalmente, son fundamentales para una tierra saludable. Y, una tierra saludable, produce alimentos ricos en vitaminas y minerales que, a su vez, son necesarios para una buena salud del ser humano. Los árboles, las plantas, el agua, el viento, todo está relacionado y toda su interacción genera una consecuencia en las cosechas.
Por 15 días estuve refundida en una comunidad intencional al norte de Taos, Nuevo México, llamada Lama Foundation. Ahí funcionan fuera del sistema con agua de vertiente, energía solar y fotovoltáica. Casi la mayoría de participantes en el curso de Permacultura, dictado por Scott Pittman, acampamos al pie de la montaña. Desde que llegué quedé impactada con los árboles caídos y quemados en la montaña. En 1996 había habido un incendio que arrasó con la mayor parte del bosque y parte de la fundación. Los árboles no han vuelto a nacer y ahí permanecen botados, sin vida. Qué gran diferencia es ver al otro lado, hacia otra montaña llena de árboles. Ahí se respira vida. Es que los árboles son una expresión tan maravillosa de vida, de fuerza y de un poderoso espíritu. Nosotros los vemos a diario y no nos damos cuenta de lo que representan porque ahí están. Pero sólo imagina las montañas más cercanas a ti, todas peladas, como en un desierto sin oasis. Ver aquello me hizo sentir a los árboles como los “Ents” del Señor de los Anillos. Seres totalmente vivos con mucho que transmitir, que dar a este mundo. Lo que no esperé fue estar en medio de vientos impresionantes que doblaron la carpa en dos. Al principio, como la carpa era prestada, decidí pararme para sostenerla y que no se rompa. Pero luego de ver su durabilidad decidí dejar que haga lo que quiera. Algunos días llegué a dormir, inclusive, con una de las caras de la carpa encima de la mía. Difícil conciliar el sueño, más por la bulla que por la caricia de la carpa. No tenía reloj pero tampoco hacía falta. Dormía cuando se acostaba el Sol, despertaba cuando su luz se prendía. Sonaban unas campanas para despertarnos, anunciar las comidas y algún evento. Nos advirtieron sobre los osos y los coyotes. Por suerte solo un oso visito el campamento y no llegó a mis aposentos. Tuve tanta suerte de recibir cuidados y amor como si tuviera 5 años. Una ex profesora de la universidad en la que estudie, junto con su marido, viajaron desde Durango, Colorado, para recogerme en el aeropuerto de Albuquerque y llevarme hasta el campamento, me prestaron todo y Steve, su marido, me alzó la carpa, colchón, cobijas y tantos detalles que no se me ocurrieron. Si no hubiese sido por su generosidad mi espalda no hubiese soportado 15 días sobre la tierra dura. El curso estuvo lleno de información, con 22 asistentes, de todas las edades, ávidos de aprender. Antes de cada comida se hacía un círculo alrededor de los alimentos para saber cuál sería el menú y hacer oraciones de agradecimiento. El sistema de lavado de platos era muy práctico. En vista de que había que usar solo lo necesario, habían 3 lavabos grandes y profundos. En el primero se fregaba los platos, en el segundo se enjuagaban y en el tercero se los dejaba reposar con algún desinfectante natural (gotas de aromaterapia). Cada quien tenía que alzar los platos de otra persona y dejarlos en un lugar para que se sequen. Muy comunitario el principio. El ambiente era muy tranquilo. ¡Qué alivio es dejar un ordenador, un libro o un móvil en cualquier lugar sin el temor de que desaparezca! Habían dos duchas para todos así que las bañadas se daban cuando había como. Vivimos bien empolvados, prácticamente, todo el tiempo porque es una zona muy seca. La comida era totalmente vegetariana y solo recuerdo el día en que nos dieron sushi vegetariano y unos wraps de vegetales que estuvieron deliciosos. Taos estaba a 25 minutos, así que una que otra vez nos escapamos al pueblo. El grupo de compañeros fue muy bueno, existió mucha cohesión y resonancia.
Uno de los días nos llevaron a una finca a la entrada de Taos. Recibimos una conferencia de un Apicultor llamado Les Crowder y nos contaba sobre la forma tan terrible en que utilizan las abejas en la agro-industria para polinizar sus tóxicos cultivos y las abejas luego mueren. Por eso, movilizan las abejas de varios estados para este proceso. Mientras le escuchaba solo podía pensar lo enferma de ambición que es esa sociedad y cómo ha contagiado con esa ambición al resto del mundo. Por suerte, luego de eso nos llevaron a ordeñar cabras y a plantar vegetales. Realmente, no hay nada como el contacto con la naturaleza. Es una pena que no encontremos una manera de parar tanta destrucción que le estamos imponiendo a este Planeta. Quizás nuestra cabezas entiendan que no tenemos otro planeta a donde ir, por el momento, y que realmente esta es nuestra casa, nuestro hogar. Eso no nos da derecho para maltratarlo de la manera en que lo estamos haciendo, pero bueno, todo tiene su consecuencia y a diario lo estamos viviendo con una intensidad en aumento. He llegado a la conclusión de que el Planeta está tan bien enchufado con la energía del Universo que sabe exactamente lo que tiene que hacer y cómo lo va haciendo. El rato que tenga que sacudirnos de encima como un perro lo hace con las pulgas, simplemente lo hará. Es más, toda la convulsión que está sucediendo en la humanidad no es más que el reflejo del movimiento de la energía que nos señala la era de un cambio. Y, aunque los humanos queramos creer que tenemos el control sobre lo que sucede, también reaccionamos a esa energía cósmica que está penetrando en la atmósfera de nuestro Planeta y por eso hay cambios en la conciencia de la gente. Quizás no esté sucediendo al ritmo que quisiéramos muchos, pero está sucediendo. Existe alguna información que es importante considerar sobre los Yugas como lo expuso Sri Yukteswar pues nos ayuda a entender lo que está sucediendo ahora como respuesta a ese cambio de energía. Estamos entrando en una etapa del Dwapara Yuga que genera mucha revuelta, justamente, para que se eleve el nivel de conciencia. Estos movimientos son cíclicos como las estaciones, como todo lo que nos rodea. Este es un tema fascinante que vale la pena investigar.
Regresando a la Permacultura, si hay algo que para mí fue fundamental comprender, desde una nueva perspectiva, durante el curso de Permacultura que realicé fue reconocer que la tierra y el ser humano funcionan de la misma manera, son dos expresiones distintas de una misma energía. Esto lo había estudiado en la medicina oriental y la teoría de los 5 Elementos pero no fue sino hasta este curso que até cabos de una manera mucho más clara. Cuando un ser humano está con un buen sistema inmunológico tiene la fortaleza para no enfermarse y, si por algún motivo lo hace, se recupera con más facilidad que aquella persona que tiene las defensas bajas. La tierra es igual, si es una tierra bien nutrida con compost o abonos orgánicos, o si su ecosistema natural está bien equilibrado, no se enfermará. Pero si la tierra es maltratada con pesticidas y químicos para lograr producciones industriales, la calidad del producto, definitivamente, no será saludable y, cada vez, se necesitará consumir mayores niveles de químicos para lograr la producción deseada. Por ende, si aprendemos a observar, respetar y trabajar con el flujo de la naturaleza en la que nos encontremos, podremos potenciar su capacidad de producción sin destruir el ecosistema que le mantiene en equilibrio. Ahora, la Permacultura no sólo se aplica a espacios de cultivos grandes. Existe la Permacultura urbana en la que se aprende a cultivar, en pequeños espacios, algunos vegetales y frutas, de forma orgánica, ya sea en macetas o pequeñas camas para ciertos cultivos. En un mundo en que cada vez se complican más las cosas la supervivencia dependerá de quien aprenda a realizar sus propios cultivos ya sea en espacios más grandes o pequeños. Volver a la naturaleza es una clave importante para la supervivencia en esta era moderna. Es de vital importancia aprender sobre energías renovables y usarlas, conocer el beneficio de los cultivos orgánicos e implementarlos, y empezar a crear comunidades autosustentables con principios que potencien los valores humanos. Todo esto es parte de la Permacultura.
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Así es GOY .. nuestros ancestros sí conocian esto
Que bien Goy !! Ya te visitaré para compartir ideas. Un abrazo !